domingo, 28 de marzo de 2010

MILAGRO, RENCOR Y FASCINACIÓN

27/03/10 - Teatro: La revelación (Gatto)


Una mujer y una extraña relación con Dios (y con un hombre ido). Un hombre y una extraña relación con su perro. Un rancho en medio de la pampa agreste y salvaje. Estampitas rotas, velas, misticismo y sensualidad a flor de piel. Todo eso (y más) constituye la obra “La revelación”, con dramaturgia de Agustina Gatto y dirección de Tatiana Sandoval.
La mujer (Alejandra D’Agostino) tiene una relación personal con Dios: le habla como si fuera un ser humano, le pide cosas, lo reta, lo desafía, no teme nunca su ira. Ha vivido hasta hace poco con un hombre, Juan, a quien ya no volverá a ver. Es entonces cuando llega otro hombre (Germán Rodríguez), buscando a su perro malherido, que se ha acovachado en la cama de ella. Este hombre vendrá a romper el círculo místico en el que ella estaba encerrada y la sacará también de la impura obsesión por Juan, una especie de Jesús demasiado humano.
El perro, que el hombre quería hacer pasar por caballo, morirá y otro más fiero, llamado Rencor, lo sucederá. La pareja no tendrá escrúpulos en participar en riñas y peleas de perros y conejos (a uno de los conejitos lo llamarán Fascinación) para obtener algo de dinero y así salvar a la hija de él. Pero todo será en vano. Ella, entonces, dejará de hablar con Dios y saldrá a pelear con él y sin él también. La apoteosis final marcará un nuevo inicio para los personajes, liberados ya de sus antiguas trabas, juntos, solos pero con la yegua Milagro y con un hijo por venir entre ambos.
La puesta en escena es minimal pero certera. La fuerza del texto descansa en su poeticidad y en el recurso de narrar y anunciar a la vez lo que los actores están haciendo o ya han hecho (y el espectador no pudo ver). Sin desmedro de la actuación de ambos y del alto matiz onírico del texto, por momentos se tenía la sensación de que hubiera sido un excelente guión cinematográfico antes que teatral. Aún así, se generan en el espectador gran cantidad de imágenes sugestivas y sugerentes gracias al recurso de narrar en lugar de actuar y de llevar así la imaginación hacia otros parajes.
En suma, una obra original que plantea un enfoque diferente y que con economía de recursos logra un alto impacto en el espectador.

Funciones sábados 20.30 hs.
No Avestruz
Humboldt 1857
Reservas: 4777- 6956
Entrada: $ 25 (Est. y jub. $ 20)


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Programación de No Avestruz

domingo, 14 de marzo de 2010

NARANJA Y LIMÓN

13/03/10 - Teatro: Esencias (Casares)


La compañía teatral Punto Medio está presentando, a sala llena cada sábado en el teatro El Piccolino, su nueva obra: “Esencias”, con libro y dirección de Fernanda Casares. Bajo la premisa de qué pasa “si en la búsqueda de la media naranja uno se encuentra con medio limón”, desgranan una serie de pasos de comedia tiernos y desopilantes de la mano de sus seis personajes: Romina (Natalia Schvetz), Lucas (Martín Tecchi), Clara (Fernanda Casares), Facundo (Emiliano Lobo), María (Alejandra Peralta) y Luciano (Javier López).
Con una escenografía astutamente conformada por dos mitades de una esfera (una naranja y una verde limón), lo que permite los rápidos cambios de escena y ambientación, más la excelente elección de los temas musicales que abren y cierran cada paso (Sandro, Palito Ortega, boleros e incluso Frank Sinatra) las casi dos horas de obra se pasan raudamente, mientras las carcajadas resuenan en toda la sala.
El planteo de la obra es simple pero efectivo: una pareja que recién se conoce, la de Romina y Lucas, abre el fuego. Ambos están en el supermercado y el flechazo es instantáneo. Él viste una sobada camiseta de Estudiantes de La Plata, camiseta que será objeto de arduas discusiones y tironeos más adelante; ella se declara “encantada” por el fútbol. El amor ha nacido, pero ¿serán felices y comerán perdices? ¿O sólo comerán papas de aquí en adelante? En la siguiente escena, aparecen Clara y Facundo, una pareja que ya se ha separado pero que aún no ha logrado desengancharse. La otrora gris y aburrida Clara es ahora una mujer despampanante pero como ella misma admite es también “pura cáscara”. Facundo ha vuelto a verla y no puede pasar un minuto más lejos de su presencia, de su “luz”. Pero ¿es posible rearmar una pareja que ya se ha disuelto irremediablemente? ¿Puede el cambio de uno de sus integrantes operar el milagro o tienen que cambiar los dos? En el tercer cambio de escena, nos encontramos en el subte con Luciano y María, también una pareja que se disuelto hace ya tiempo. La incomodidad del reencuentro es manifiesta. Silencios, timideces, preguntas sin sentido que se repiten sin ton ni son. Procuran deslumbrarse nuevamente (“vivo sola”, “ahora tengo mi propia empresa”), pero pronto nos daremos cuenta de que todo eso también es pura cáscara y que la esencia de cada uno sigue siendo la misma. ¿Podrá una pareja así volver a funcionar? ¿Deberían probar, a ver qué pasa?
Ésas y muchas otras cuestiones van a ser aludidas a lo largo de la obra y las respuestas siempre serán tan tiernas como mordaces. ¿Qué pasa cuando cada uno no aguanta más lo que antes le gustaba tanto del otro? ¿Hay retorno? ¿Es posible mantener la pasión después de cierto tiempo? Y para que la cosa sea más completa, los personajes de Clara, Facundo, Luciano y María terminan enredándose ¿casualmente? entre sí, conformando verdaderas “parejas disparejas” que a priori no podrían funcionar pero que, al parecer, tienen más chances de vencer los obstáculos del destino. Entretanto, para la pareja de Romina y Lucas hay también una luz de esperanza, en medio del fútbol y de las papas fritas.
Con actuaciones sobresalientes, entre las que se destaca la de Natalia Schvetz (Romina), la obra resulta no sólo una manera entretenida y vital de pensar en el amor, la pareja y los mandatos familiares y sociales a los que todos respondemos sin siquiera pensarlo sino también un modo de acercamiento al teatro por parte de un público que no suele concurrir a este tipo de espectáculos por tenerlos asociados a la solemnidad y el acartonamiento. Precisamente ése ha sido uno de los puntos cruciales que llevó a este grupo de actores a conformar la compañía Punto Medio y no cabe duda alguna de que logran, con creces, su cometido.

Funciones: sábados a las 23:30hs.
El Piccolino: Fitz Roy 2056
Informes: 4779-0353
Entradas: $30

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Página de Punto Medio

Alternativa Teatral

domingo, 7 de marzo de 2010

LUCY IN THE SKY WITH DIAMONDS

06/03/10 - Teatro: Mágica (Prociuk)


Cuando una idea es buena puede ser aprovechada en multiplicidad de situaciones. Si la película “Ghost (la sombra del amor)” demostró que se podía hablar de una cierta vida en el más allá (con incidencias en el más acá) de forma verosímil, la obra de teatro “Mágica” (dramaturgia y dirección de William Prociuk), reestrenada este sábado en el Teatro La Tertulia, demuestra que también se puede hacer teatro con eso. 
Una trama bien pensada, bien escrita, bien ejecutada y magistralmente actuada es, sin lugar a dudas, uno de los principales atractivos de una obra que tiene muchos. Como las actuaciones, por un lado, las situaciones hilarantes por otro y, por si fuera poco, momentos de hondo dramatismo con picos de tensión que tienen sobrecogido y admirado al espectador durante los 85 minutos que dura la función. ¿Qué más se le puede pedir a una obra de teatro? Bien ambientada y excelentemente musicalizada, “Mágica” merece funciones a sala llena todo el tiempo y es lo que sin duda logrará, ya que apelando a un imaginario porteño y urbano, apenas enrarecido por la presencia de un “guía espiritual” bastante poco espiritual, la obra toca fibras muy caras al espectador. 
La terrible soledad, los claros desórdenes psíquicos y el variable humor de Carlos (Marcelo Pozzi) contrastan con la ingenuidad y el candor de Lucía (Victoria Mamolitti), su futura víctima y próxima “sombra del amor”; el amor desordenado de Ana (Natalia Salmoral), hermana de Carlos, por Marcos, un típico policía, con todas las taras y los tics propios del oficio, estupendamente actuado por Ezequiel Rodríguez, casado a su vez con Inés (Lucrecia Oviedo), termina desencadenando buena parte de la tragedia. El liderazgo espiritual ejercido con gran autoridad por el gurú Joaquín (Julián Calviño) contrasta a su vez con la buena voluntad y la gran torpeza de Negroni (José Formento), el compañero policía de Marcos, presunto autor “intelectual” del hecho. A todo este entramado de personajes tan bien urdido se le suma, hacia el final, Norman (Eduardo Iácono), padre de Lucía, suerte de deus ex machina o bien mensajero del destino que viene a recordarles, cuando ya todos han rehecho sus vidas y han dejado atrás, en apariencia, a Lucía y su “ghost” que si bien pueden haberse “salvado” y zafado de ir a la cárcel, están todos condenados a un castigo mucho mayor: no poder olvidarse jamás de la muerte (“me mataron sin querer”) de Lucía y tener que vivir con ello para siempre. 
Escenas de antología: cuando Carlos mata, sin razón aparente y luego de un perverso juego con un arma aparentemente descargada, a Lucía; cuando, entre todos y con las narices tapadas con algodones, deciden deshacerse del cuerpo de Lucía, que ya comienza a heder, envolviéndolo en una frazada tras haber resuelto con ella misma, con su fantasma, que el mejor modo de hacerlo era ese (y además hacerlo en medio de una marcha del silencio por la pronta aparición de la propia Lucía); cuando, algún tiempo después, aparece en escena el padre de Lucía y todo el drama vuelve a caer sobre sus cabezas recordándoles y recordándonos que el destino siempre nos encuentra, por más que nos escondamos, corramos o huyamos en las formas más increíbles. 
En suma, “Mágica” es una comedia negra que propone no sólo carcajadas a mandíbula batiente sino también momentos de profundo dolor y pesar, magníficamente dosificados, con actuaciones memorables y con un texto a prueba de balas. 

"Mágica", 2ª temporada
Sábados 23 horas
Teatro La Tertulia
Gallo 826
Reservas: 6327-0303
Entrada: 35 pesos (est. y jub. 25 pesos)

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