27/02/10 - Teatro: Toda mi vida he sido una mujer (Kaplan)
Un contrapunto de mujeres, que pueden ser una y la misma, es la obra Toda mi vida he sido una mujer, reestrenada el sábado 20 de febrero en el Teatro Beckett, con dirección de Vilma Rodríguez y las actuaciones de Andrea Jaet y Gaby Ferrero. La obra se presentó en el 2009 en el formato semimontado en el Ciclo de Nueva Dramaturgia Europea (con la cooperación del Goethe-Institut, el Instituto Italiano di Cultura, la Alliance Française, las Embajadas de Suiza y Francia, Pro Helvetia y el Espacio Callejón).
El texto, de la autora norteamericana, aunque residente en Francia, Leslie Kaplan subraya esta idea del contrapunto en tanto carece de cualesquiera indicaciones teatrales o apartes y tan sólo diferencia las ¿diferentes? voces mediante el cambio de tipografía. Esto supuso un verdadero desafío tanto para la directora como para las actrices, quienes en el proceso de ensayo y montaje descubrieron que su puesta se inclinaba naturalmente hacia el humor, logrando así que la obra ganara en muchos aspectos ya que carece de anécdota o, si se quiere, de conflicto a la manera tradicional.
No hay ni inicio ni nudo, ni siquiera desenlace. Hay, sencillamente, dos mujeres que dialogan, hablan, cantan, escuchan, se asustan, se exaltan, traen otras voces, refieren otros discursos, repiten eslóganes, reiteran conductas, satirizan a otras y muestran un florido mosaico de una femineidad nacida y forjada al amparo del consumismo y la paulatina cretinización de la mujer, como diría la polémica Esther Vilar. Se suceden, entonces, breves sketches ambientados en diferentes situaciones en donde estos intercambios de palabras tienen lugar. El texto juega mucho con las aliteraciones, las anáforas, las rimas internas, los juegos de palabras y la polifonía, en una deliberada voluntad de omitir, como decíamos, toda noción de estructura clásica y lineal. Así, estos encuentros de las dos mujeres podrían seguir in aeternum puesto que no hay resolución ni clímax. Para el espectador es como asistir –tal vez sea mejor decir espiar- a una charla entre mujeres, en apariencia trivial e intrascendente.
Pero no hay nada trivial ni intrascendente en los diferentes mensajes que circulan en la obra, que se podrían sintetizar (pero no agotar) en las siguientes preguntas: ¿qué es ser una mujer? ¿es cierto que los hombres están tan atemorizados ante la nueva mujer liberada? ¿puede un otro habitar mi propio cuerpo? ¿qué tanto me perturba la sexualidad propia y ajena? ¿qué tanto poder tiene la publicidad sobre el ser humano, especialmente sobre la mujer? ¿todo lo que una mujer puede ser es un ama de casa perfecta y nada más? y ¿cuánto nos atemoriza alcanzar nuestra propia libertad?
Vale destacar las aguerridas interpretaciones de ambas actrices y el adecuado diseño sonoro y musical de la obra, a cargo de Fabián Dellamónica. Con mínimos elementos, una silla y cuatro muebles que ofician de mesa, mesada o baranda, según la ocasión, el escenario se llena de esas voces que, lejos de parlotear, intentan asir alguna respuesta que les devuelva un sentido, un significado, una certeza de la que asirse en el perpetuo (y complejo) devenir de ser mujer.
Funciones: sábados, 21 hs.
Teatro Beckett
Guardia Vieja 3556 – Almagro, Capital Federal
Reservas: 4867-5185
Entradas: $25 est. y jub.: $20
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