lunes, 23 de abril de 2012

TU MAYOR SUEÑO

22/04/12 - Teatro: La oveja abandonada (Rittano)


Un pueblo donde lo único que pasa es el sol, el calor. Una casa vieja, que se cae a pedazos. Y los pedazos de una familia dentro: el abuelo, que se obstina en no morirse, y tres hermanos, tres caras de una misma angustia y soledad.
Si como ya dijera —y mostrara— Sartre que “el infierno son los otros”, La oveja abandonada, primera pieza teatral de Agustín Rittano, lleva esto casi hasta las últimas consecuencias. Decimos “casi” porque algún límite parecen tener estos personajes que libran una sorda batalla familiar, tan similar y absurda como la que se libra en cualquier familia.
Ese pueblo donde lo único que pasa es el sol, ese que el abuelo mira porfiado, es el marco ideal para una contienda de estas características. En las ciudades, las familias tienden a disgregarse, sus miembros encuentran diversiones más apasionantes, quizás, que odiarse mutuamente, mientras que en los pueblos, las siestas y el calor suelen oficiar de suficientes acicates para la tragedia. Del mismo modo, los deseos inconfesados, los deseos desmedidos y los delirios de grandeza.
Una hermana, Shirley (Fernanda Pérez Bodria), es demasiado alta para este mundo y por eso eleva su cabeza y sus pensamientos hacia Dios y especialmente hacia la virgen María. Está pendiente de una señal, de una aparición “mariana”. Lleva sus largos huesos con la misma cadencia con que los llevaría una santa (la que no es) y da sutiles órdenes que muy pocos cumplen.
La otra hermana, María José (Fernanda Bercovich), es demasiado carnal para un pueblo tan chico, demasiado ambiciosa, demasiado todo para esa chatura que ella enfrenta a fuerza de curvas que no teme exponer incesantemente al sol. De comportamiento lascivo con su hermano, es la autora intelectual de, por lo menos, el deseo de eliminar rápido al abuelito para vender el gran caserón e irse a la gran ciudad, a cumplir con su mayor deseo, su mayor sueño.
Y luego el hermano, Eugenio (Rodrigo Martínez Eguizábal), traído y llevado por las dos hermanas, por los buenos consejos de Shirley y por la franca lascivia de María José, indeciso, indefinido, jugando para unos y para otros pero nunca para sí mismo.
Por último, ese abuelo fantasma (Alejandro Álvarez), que nunca se muere, que mira directo al sol sin temor a quemarse los ojos, que a veces los reconoce y a veces no, que dice muy poco pero expresa mucho y que nunca, al parecer, puede hacer su voluntad.
Entre los cuatro conforman una obra que se destaca por su fluidez (cuatro “capítulos” a modo de cuatro grandes escenas), por algunos graciosos neologismos (como “frusilerías” por fruslerías y “tunuda” por “mujer de vagina grande”) y por las actuaciones que dan vida a estos personajes tan complejos como cándidos y siniestros, en un atmósfera cuidadamente opresiva.

Domingos, 18:30 hs.
Los Excéntricos de la 18ª
Lerma 420
Reservas: 4772-6092

Links de interés:


domingo, 2 de octubre de 2011

NO ME LLEVARÁN

01/10/11 - Teatro: Los días de fiesta no pasan trenes (Fernández, Giusto, Navarro, Sassi)

Otra vez la soledad. ¿Qué rostro tiene la soledad? Para el protagonista de “Los días de fiesta no pasan trenes” (obra escrita por Ezequiel Fernández, Raúl Giusto, Osjar Navarro y Gustavo Sassi, y dirigida por éste último) la soledad asume numerosos (e inquietantes) rostros. El primero de ellos, el suyo propio, el que nunca (jamás) se quiere reconocer. Pero luego vienen esos rostros aún más siniestros: el del maniquí, el de la muñeca (Martinita), el del adusto retrato en blanco y negro, y el más acuciante de todos, el de ese hombre que nunca llega. 
Con música de Sandro de fondo arranca una obra breve pero intensa, con picos de hilaridad que sirven para contrarrestar una atmósfera densa y cargada de pulsiones oscuras. De no contar con esa tenebrosidad, con esa siniestra familiaridad, la obra podría haber salido de la pluma de Manuel Puig, pues Severo Vira, el protagonista, es un modisto (o costurero) acostumbrado a trabajar con grandes estrellas. Sin embargo, los costados más retorcidos lo alejan de la estética pop y camp del autor de El beso de la mujer araña y otras obras inolvidables, y lo acercan más a los límites mismos de la locura. 
Si se vuelve a la pregunta inicial, sin duda el rostro que tiene la soledad es el de la locura, el de la disociación, el de aquel no puede reconocer sus propias patologías. Noche de Navidad, Severo pone la mesa y departe con sus invitados: el maniquí, Martinita la muñeca, el adusto retrato. Lo que podría ser considerado un monólogo es claramente un diálogo, un diálogo sostenido maravillosamente a lo largo de toda la obra por la ductilidad escénica y vocálica de Claudio Veliz como Severo Vira. 
Severo Vira no monologa, no habla consigo mismo, no se considera a sí mismo un ser fuera de lo normal: Severo entabla un diálogo por momentos dramático y por momentos desopilante con sus “invitados” y aunque éstos jamás contesten, la dinámica teatral hace que el espectador pueda llenar esos huecos aparentes con pasmosa rapidez y facilidad. Las vicisitudes de una vida a la sombra de una gran estrella, que como toda estrella es caprichosa, narcisista, egoísta e insoportable, van desfilando por los recuerdos que Severo enhebra con la misma habilidad con que le enhebraba las agujas a su mamá. Una vida al servicio de los demás termina siendo la sombra de lo que pudo haber sido y que, en esa triste, acaso última noche de navidad, tampoco va a concretarse. 
En suma, “Los días de fiesta no pasan trenes” es una obra que, con la compleja elegancia de la simplicidad y sin apelar a golpes bajos ni de efecto logra hacer reflexionar al espectador sobre uno de los temas más acuciantes y vigentes de nuestros días: la terrible, ponzoñosa, inquietante soledad del ser humano. 

Sábados, 20:30 hs. 
Teatro El Fino 
Paraná 673 
Reservas: 4181 4201 
Entradas: 40 $

Links de interés: 


martes, 14 de junio de 2011

SIEMPRE LA SOLEDAD

12/06/11 - Teatro: Entre mujeres solas (Palant)


La soledad. Siempre la soledad. Esa sombra que nos acompaña de la cuna a la tumba y que la mayoría no sabemos cómo evitar, cómo tramitar, cómo lidiar con ella. Mujeres y soledad. Un binomio que, digan lo que digan, parece indestructible. O bien, un binomio que la cultura ha hecho, con sus modelos, sus marchas y contramarchas, indestructible. Toda mujer está sola a menos que esté legalmente casada. En toda otra circunstancia, siempre estará (y será señalada por estar) sola.
Solas también están las mujeres de las dos obras, englobadas bajo el atinado título de “Entre mujeres solas” del dramaturgo y director Jorge Palant, que actualmente se están presentando en el acogedor Teatro Tadrón, enclavado en una esquina del barrio de Palermo, los domingos a las 18 horas. Momento ideal para degustar alguna de las delicias orientales que sirven allí mismo y luego ver una obra que a través del grotesco muestra diferentes facetas de la soledad, de la amistad, del género femenino y de las relaciones de poder entre los seres humanos. 
En la primera obra, “Griselda en la cuerda”, una mujer entrada en años, y sin embargo atlética, llega en medio de la noche a una pensión en un pequeño pueblo. Pronto nos enteramos de que ha venido como parte de un circo. Pronto nos enteramos también de que no puede dormir, que a escondidas y con culpa bebe alcohol, que a pesar de sus años y achaques es equilibrista, y que apenas puede con su alma y su circunstancia. El contrapunto necesario para el desarrollo dramático lo ofrece la dueña de la pensión, mujer dura, seca, hosca, que se niega a todo contacto que vaya más allá del establecido por las normas más elementales de convivencia. Imposible sacarle una sonrisa, imposible sacarle conversación, imposible lograr un acercamiento entre ambas. Tan sólo al final, un atisbo de compasión asoma a sus labios al gritarle a Griselda que tenga cuidado cuando esté “en la cuerda”. 
En la segunda obra, “Al pasar por un cuartel”, otras son las relaciones de poder que se juegan y establecen también entre dos mujeres, aunque la soledad siga siendo el nudo principal. En un tono más lúdico (y también más grotesco), asistimos a la deriva senil de una mujer autoritaria (con la autoridad, desde luego, que sólo puede dar el dinero) que “juega” juegos de ficción con su mucama/asistente/secretaria/partenaire. Esta singular mucama, aparentemente escapada de la corte de los milagros, accede a contarle a su patrona aventuras amorosas que ha tenido (o fingido tener) en el pasado. Todo el juego consiste en repetir sin cambiar ni un ápice un guión previamente establecido entre ambas. Entremedio de esos juegos, se cierne la figura de un enigmático coronel que cumpliendo arresto domiciliario lo quiebra impunemente una y otra vez. Toda la vida de esa ricachona claramente venida a menos se reduce ahora a las visitas (¿ficticias?) a parientes que detesta y a un batallón de médicos a los que suministrará hasta los más mínimos detalles del (mal) funcionamiento de su organismo. Pero todo estalla cuando su esclava decide romper las reglas del juego y liberarse, aún a riesgo de perderlo todo. 
En suma, una obra plena de profundos matices y con la sobresaliente actuación de Dora Mils (primero como la dueña de pensión hosca y luego como la señorona al borde del Alzheimer), quien puede componer con la misma gracia y eficacia dos personajes tan opuestos y disímiles. Todo se complementa con una puesta en escena despojada, musicalización acorde y un texto más que potente e imponente. 

Domingos, 18 hs. 
Teatro Tadrón 
Niceto Vega 4802 
Reservas: 4777-7976 
Entradas: 40 $ (estudiantes y jubilados: 20 $)

Links de interés:



lunes, 21 de marzo de 2011

ESA TEMIBLE REGIÓN NAIF

20/03/11 - Teatro: Genealogía del niño a mis espaldas (Apolo)


El domingo 6 de marzo se re-estrenó el "haiku teatral" Genealogía del niño a mis espaldas, obra de Ignacio Apolo, con dirección de Vilma Rodríguez y la actuación de Oscar Ferrero (como el niño) y Javier Rodríguez (como S.Rz). En un horario algo inusual (a las 17:30 hs.), pero que es de agradecer para quienes no vivimos en la ciudad de Buenos Aires, y en el íntimo recinto de No Avestruz, es posible disfrutar de una obra que apuesta a la sutileza, a las pinceladas breves e irónicas, pero también a lo sombrío, lo extraño y hasta lo siniestro. 
Un hombre, un niño, un zoológico. Un banco de madera iluminado de forma tal que su respaldo simula los barrotes de las jaulas (pero, ¿cuáles jaulas? ¿las del zoológico o las del pensamiento?). Con estos elementos y un texto que constantemente apela a otros discursos (como el científico, el de las taxonomías animales y el de la literatura) se compone una inquietante trama que deja flotando numerosas preguntas. La más acuciante tal vez sea quién es ese niño que permanece a espaldas del personaje adulto y lo interpela en reiteradas ocasiones sin obtener demasiado de él. El niño, que permanece en "esa temible región naif" que es la infancia, hace las preguntas que hacen todos los niños, sabios siempre por naturaleza. ¿Su padre? o ese adulto que se mantiene allí aleccionándonos con palabras rimbombantes acerca de los animales que moran en las diferentes partes del zoológico nunca parece tener la respuesta adecuada, acaso el mayor drama que un niño pueda vivir. Preguntas sin respuesta, respuestas diferidas, a destiempo, en eterno desfasaje van jalonando el reticulado etéreo de la obra, que no se priva de mencionar el famoso cuento de Julio Cortázar "Axolotl", aquel donde un hombre que consuetudinariamente visita el Jardin des Plantes de París se transforma en el "pez azteca de inmovilidad filosófica".
La obra entra también en profundidades más extrañas, como la transmigración de las almas o las sucesivas reencarnaciones del filósofo griego Empedócles o del "ignoto poeta celta", en una enumeración caótica sumamente poética ("durante un año estuve hechizado en la espuma del agua"), que le suministran una coloratura diferente y digna de destacarse. 
Del mismo modo, la obra juega también con la permanente tensión entre la identidad y la otredad, entre el presente y el pasado, entre lo que fue y ya no es. ¿Ese niño es realmente el hijo del hombre que está allí o, más verosímilmente, es él mismo, es el niño que fue y ya no puede volver a ser? ¿O, más inquietante aún, nada lo ata a ese niño que, impertinente como todos los niños, reclama su atención, su afecto, su cariño?
Como dice su propio autor, "la obra es una hermosa apuesta actual y también es un homenaje, una mirada retrospectiva", ya que se re-estrena luego de diez años y de haber obtenido el Primer Premio en el Certamen Metropolitano de Teatro en el año 2000. Con música de Federico Marrale y escenografía de Valeria Abuin, Genealogía del niño a mis espaldas invita a recorrer un zoológico íntimo y tangencial, donde las preguntas se esparcen como hojas otoñales y la poesía de lo mínimo, inquietante, se instala. 

Funciones: domingos a las 17:30 hs.
No Avestruz
Humboldt 1857
Reservas: 4777-6956

Links de interés:




domingo, 4 de julio de 2010

TÍTERES PARA TODOS

04/07/10 - Espectáculo de títeres: Un día en África


La experiencia de esta cronista con niños es prácticamente nula. Hija única, la más pequeña de las nietas, sin hijos y sin amigas que a su vez tengan hijos, digamos que no suele frecuentar los espectáculos para niños. Mucho menos la literatura infantil, categoría que, si pudiera, ella borraría del mapa de los géneros literarios, pero no porque tenga algún trauma con la misma si no porque, en general, la literatura infantil suele ser díficil de digerir hasta para los más pequeños. 
Por eso se alegró mucho cuando observó que "Un día en África", espectáculo teatral de títeres de la compañía "Juglares", con dirección de Roberto Cortizo Petraglia, es una obra que, si bien está pensada y enfocada hacia el público infantil, es, al mismo tiempo, sumamente interesante para "los grandes". Y cuando dice "sumamente interesante", quiere decir entretenida, divertida, nada pretenciosa ni enmarañada: una obra para ser vista, oída y disfrutada no importa la edad que se tenga. 
Basada en una leyenda de origen africano, la obra muestra el derrotero de Kanú para convertirse en esposo de la princesa Okoya, a quien su padre ha decidido casar con el guerrero más fuerte. Kanú es un pan de Dios, flacucho y esmirriado, que siempre hace todo lo que le ordenan pero que prefiere usar la cabeza antes que pasarse horas haciendo abdominales como su archirrival Banema, el insoportable "guerrero" lleno de músculos pero carente de toda sensibilidad. Okoya, desde luego, está enamorada de Kanú. Con estos cuatro personajes de gran encarnadura humana (prestada maravillosamente por las voces y el manejo de sus respectivos títeres de los actores Ivana Averta, Natalia Chiesi, Gastón Courtade y Francisco Ramírez) más los diversos animales de la selva se conforma una obra que trasmite los esenciales valores de la igualdad, la astucia antes que la fuerza bruta y el respeto por los otros de una manera inteligente y apta para todos los públicos. 
Si bien es cierto que los títeres en general suelen tener algo inquietante, en el caso de los títeres y máscaras que salen a escena en "Un día en África" éstos son de lo más entrañable y delicioso que se pueda esperar, y hasta el fiero león, el gran elefante, la temible serpiente, la impertinente rana, el hermoso flamenco, el comiquísimo mono sabio, la distinguida águila real y el cocodrilo se vuelven absolutamente queribles por el espectador. Tan así es que la mayoría de los niños que asistieron a la función permanecieron en arrobado silencio y en gran expectación toda vez que Kanú dialogaba con los animales de la selva para lograr su objetivo. 
Tanto la música, con canciones de ritmos pegadizos y sencillos, como la escenografía, con una suerte de gran libro que pasaba sus hojas con los distintos paisajes africanos (la aldea, la selva, las montañas) complementan a la perfección una obra a la que tanto padres como tíos, abuelos, primos, sobrinos y demás miembros de la familia harán muy bien en ir a ver y disfrutar, no sólo porque ofrece un espectáculo de calidad si no porque brinda un rescoldo de ilusión, apostando al triunfo del amor por sobre todas las cosas. 

Funciones: Domingos a las 16 hs.
En vacaciones de invierno (¡atenti!), de miércoles a domingo a las 16 hs.
Teatro Andamio '90
Paraná 660
Reservas al tel. 4373-5670.

domingo, 28 de marzo de 2010

MILAGRO, RENCOR Y FASCINACIÓN

27/03/10 - Teatro: La revelación (Gatto)


Una mujer y una extraña relación con Dios (y con un hombre ido). Un hombre y una extraña relación con su perro. Un rancho en medio de la pampa agreste y salvaje. Estampitas rotas, velas, misticismo y sensualidad a flor de piel. Todo eso (y más) constituye la obra “La revelación”, con dramaturgia de Agustina Gatto y dirección de Tatiana Sandoval.
La mujer (Alejandra D’Agostino) tiene una relación personal con Dios: le habla como si fuera un ser humano, le pide cosas, lo reta, lo desafía, no teme nunca su ira. Ha vivido hasta hace poco con un hombre, Juan, a quien ya no volverá a ver. Es entonces cuando llega otro hombre (Germán Rodríguez), buscando a su perro malherido, que se ha acovachado en la cama de ella. Este hombre vendrá a romper el círculo místico en el que ella estaba encerrada y la sacará también de la impura obsesión por Juan, una especie de Jesús demasiado humano.
El perro, que el hombre quería hacer pasar por caballo, morirá y otro más fiero, llamado Rencor, lo sucederá. La pareja no tendrá escrúpulos en participar en riñas y peleas de perros y conejos (a uno de los conejitos lo llamarán Fascinación) para obtener algo de dinero y así salvar a la hija de él. Pero todo será en vano. Ella, entonces, dejará de hablar con Dios y saldrá a pelear con él y sin él también. La apoteosis final marcará un nuevo inicio para los personajes, liberados ya de sus antiguas trabas, juntos, solos pero con la yegua Milagro y con un hijo por venir entre ambos.
La puesta en escena es minimal pero certera. La fuerza del texto descansa en su poeticidad y en el recurso de narrar y anunciar a la vez lo que los actores están haciendo o ya han hecho (y el espectador no pudo ver). Sin desmedro de la actuación de ambos y del alto matiz onírico del texto, por momentos se tenía la sensación de que hubiera sido un excelente guión cinematográfico antes que teatral. Aún así, se generan en el espectador gran cantidad de imágenes sugestivas y sugerentes gracias al recurso de narrar en lugar de actuar y de llevar así la imaginación hacia otros parajes.
En suma, una obra original que plantea un enfoque diferente y que con economía de recursos logra un alto impacto en el espectador.

Funciones sábados 20.30 hs.
No Avestruz
Humboldt 1857
Reservas: 4777- 6956
Entrada: $ 25 (Est. y jub. $ 20)


Links de interés: 

Alternativa Teatral

Programación de No Avestruz

domingo, 14 de marzo de 2010

NARANJA Y LIMÓN

13/03/10 - Teatro: Esencias (Casares)


La compañía teatral Punto Medio está presentando, a sala llena cada sábado en el teatro El Piccolino, su nueva obra: “Esencias”, con libro y dirección de Fernanda Casares. Bajo la premisa de qué pasa “si en la búsqueda de la media naranja uno se encuentra con medio limón”, desgranan una serie de pasos de comedia tiernos y desopilantes de la mano de sus seis personajes: Romina (Natalia Schvetz), Lucas (Martín Tecchi), Clara (Fernanda Casares), Facundo (Emiliano Lobo), María (Alejandra Peralta) y Luciano (Javier López).
Con una escenografía astutamente conformada por dos mitades de una esfera (una naranja y una verde limón), lo que permite los rápidos cambios de escena y ambientación, más la excelente elección de los temas musicales que abren y cierran cada paso (Sandro, Palito Ortega, boleros e incluso Frank Sinatra) las casi dos horas de obra se pasan raudamente, mientras las carcajadas resuenan en toda la sala.
El planteo de la obra es simple pero efectivo: una pareja que recién se conoce, la de Romina y Lucas, abre el fuego. Ambos están en el supermercado y el flechazo es instantáneo. Él viste una sobada camiseta de Estudiantes de La Plata, camiseta que será objeto de arduas discusiones y tironeos más adelante; ella se declara “encantada” por el fútbol. El amor ha nacido, pero ¿serán felices y comerán perdices? ¿O sólo comerán papas de aquí en adelante? En la siguiente escena, aparecen Clara y Facundo, una pareja que ya se ha separado pero que aún no ha logrado desengancharse. La otrora gris y aburrida Clara es ahora una mujer despampanante pero como ella misma admite es también “pura cáscara”. Facundo ha vuelto a verla y no puede pasar un minuto más lejos de su presencia, de su “luz”. Pero ¿es posible rearmar una pareja que ya se ha disuelto irremediablemente? ¿Puede el cambio de uno de sus integrantes operar el milagro o tienen que cambiar los dos? En el tercer cambio de escena, nos encontramos en el subte con Luciano y María, también una pareja que se disuelto hace ya tiempo. La incomodidad del reencuentro es manifiesta. Silencios, timideces, preguntas sin sentido que se repiten sin ton ni son. Procuran deslumbrarse nuevamente (“vivo sola”, “ahora tengo mi propia empresa”), pero pronto nos daremos cuenta de que todo eso también es pura cáscara y que la esencia de cada uno sigue siendo la misma. ¿Podrá una pareja así volver a funcionar? ¿Deberían probar, a ver qué pasa?
Ésas y muchas otras cuestiones van a ser aludidas a lo largo de la obra y las respuestas siempre serán tan tiernas como mordaces. ¿Qué pasa cuando cada uno no aguanta más lo que antes le gustaba tanto del otro? ¿Hay retorno? ¿Es posible mantener la pasión después de cierto tiempo? Y para que la cosa sea más completa, los personajes de Clara, Facundo, Luciano y María terminan enredándose ¿casualmente? entre sí, conformando verdaderas “parejas disparejas” que a priori no podrían funcionar pero que, al parecer, tienen más chances de vencer los obstáculos del destino. Entretanto, para la pareja de Romina y Lucas hay también una luz de esperanza, en medio del fútbol y de las papas fritas.
Con actuaciones sobresalientes, entre las que se destaca la de Natalia Schvetz (Romina), la obra resulta no sólo una manera entretenida y vital de pensar en el amor, la pareja y los mandatos familiares y sociales a los que todos respondemos sin siquiera pensarlo sino también un modo de acercamiento al teatro por parte de un público que no suele concurrir a este tipo de espectáculos por tenerlos asociados a la solemnidad y el acartonamiento. Precisamente ése ha sido uno de los puntos cruciales que llevó a este grupo de actores a conformar la compañía Punto Medio y no cabe duda alguna de que logran, con creces, su cometido.

Funciones: sábados a las 23:30hs.
El Piccolino: Fitz Roy 2056
Informes: 4779-0353
Entradas: $30

Links de interés

Página de Punto Medio

Alternativa Teatral

domingo, 7 de marzo de 2010

LUCY IN THE SKY WITH DIAMONDS

06/03/10 - Teatro: Mágica (Prociuk)


Cuando una idea es buena puede ser aprovechada en multiplicidad de situaciones. Si la película “Ghost (la sombra del amor)” demostró que se podía hablar de una cierta vida en el más allá (con incidencias en el más acá) de forma verosímil, la obra de teatro “Mágica” (dramaturgia y dirección de William Prociuk), reestrenada este sábado en el Teatro La Tertulia, demuestra que también se puede hacer teatro con eso. 
Una trama bien pensada, bien escrita, bien ejecutada y magistralmente actuada es, sin lugar a dudas, uno de los principales atractivos de una obra que tiene muchos. Como las actuaciones, por un lado, las situaciones hilarantes por otro y, por si fuera poco, momentos de hondo dramatismo con picos de tensión que tienen sobrecogido y admirado al espectador durante los 85 minutos que dura la función. ¿Qué más se le puede pedir a una obra de teatro? Bien ambientada y excelentemente musicalizada, “Mágica” merece funciones a sala llena todo el tiempo y es lo que sin duda logrará, ya que apelando a un imaginario porteño y urbano, apenas enrarecido por la presencia de un “guía espiritual” bastante poco espiritual, la obra toca fibras muy caras al espectador. 
La terrible soledad, los claros desórdenes psíquicos y el variable humor de Carlos (Marcelo Pozzi) contrastan con la ingenuidad y el candor de Lucía (Victoria Mamolitti), su futura víctima y próxima “sombra del amor”; el amor desordenado de Ana (Natalia Salmoral), hermana de Carlos, por Marcos, un típico policía, con todas las taras y los tics propios del oficio, estupendamente actuado por Ezequiel Rodríguez, casado a su vez con Inés (Lucrecia Oviedo), termina desencadenando buena parte de la tragedia. El liderazgo espiritual ejercido con gran autoridad por el gurú Joaquín (Julián Calviño) contrasta a su vez con la buena voluntad y la gran torpeza de Negroni (José Formento), el compañero policía de Marcos, presunto autor “intelectual” del hecho. A todo este entramado de personajes tan bien urdido se le suma, hacia el final, Norman (Eduardo Iácono), padre de Lucía, suerte de deus ex machina o bien mensajero del destino que viene a recordarles, cuando ya todos han rehecho sus vidas y han dejado atrás, en apariencia, a Lucía y su “ghost” que si bien pueden haberse “salvado” y zafado de ir a la cárcel, están todos condenados a un castigo mucho mayor: no poder olvidarse jamás de la muerte (“me mataron sin querer”) de Lucía y tener que vivir con ello para siempre. 
Escenas de antología: cuando Carlos mata, sin razón aparente y luego de un perverso juego con un arma aparentemente descargada, a Lucía; cuando, entre todos y con las narices tapadas con algodones, deciden deshacerse del cuerpo de Lucía, que ya comienza a heder, envolviéndolo en una frazada tras haber resuelto con ella misma, con su fantasma, que el mejor modo de hacerlo era ese (y además hacerlo en medio de una marcha del silencio por la pronta aparición de la propia Lucía); cuando, algún tiempo después, aparece en escena el padre de Lucía y todo el drama vuelve a caer sobre sus cabezas recordándoles y recordándonos que el destino siempre nos encuentra, por más que nos escondamos, corramos o huyamos en las formas más increíbles. 
En suma, “Mágica” es una comedia negra que propone no sólo carcajadas a mandíbula batiente sino también momentos de profundo dolor y pesar, magníficamente dosificados, con actuaciones memorables y con un texto a prueba de balas. 

"Mágica", 2ª temporada
Sábados 23 horas
Teatro La Tertulia
Gallo 826
Reservas: 6327-0303
Entrada: 35 pesos (est. y jub. 25 pesos)

Links de interés:



domingo, 28 de febrero de 2010

CONTRAPUNTO DE MUJERES

27/02/10 - Teatro: Toda mi vida he sido una mujer (Kaplan)



Un contrapunto de mujeres, que pueden ser una y la misma, es la obra Toda mi vida he sido una mujer, reestrenada el sábado 20 de febrero en el Teatro Beckett, con dirección de Vilma Rodríguez y las actuaciones de Andrea Jaet y Gaby Ferrero. La obra se presentó en el 2009 en el formato semimontado en el Ciclo de Nueva Dramaturgia Europea (con la cooperación del Goethe-Institut, el Instituto Italiano di Cultura, la Alliance Française, las Embajadas de Suiza y Francia, Pro Helvetia y el Espacio Callejón).
El texto, de la autora norteamericana, aunque residente en Francia, Leslie Kaplan subraya esta idea del contrapunto en tanto carece de cualesquiera indicaciones teatrales o apartes y tan sólo diferencia las ¿diferentes? voces mediante el cambio de tipografía. Esto supuso un verdadero desafío tanto para la directora como para las actrices, quienes en el proceso de ensayo y montaje descubrieron que su puesta se inclinaba naturalmente hacia el humor, logrando así que la obra ganara en muchos aspectos ya que carece de anécdota o, si se quiere, de conflicto a la manera tradicional.
No hay ni inicio ni nudo, ni siquiera desenlace. Hay, sencillamente, dos mujeres que dialogan, hablan, cantan, escuchan, se asustan, se exaltan, traen otras voces, refieren otros discursos, repiten eslóganes, reiteran conductas, satirizan a otras y muestran un florido mosaico de una femineidad nacida y forjada al amparo del consumismo y la paulatina cretinización de la mujer, como diría la polémica Esther Vilar. Se suceden, entonces, breves sketches ambientados en diferentes situaciones en donde estos intercambios de palabras tienen lugar. El texto juega mucho con las aliteraciones, las anáforas, las rimas internas, los juegos de palabras y la polifonía, en una deliberada voluntad de omitir, como decíamos, toda noción de estructura clásica y lineal. Así, estos encuentros de las dos mujeres podrían seguir in aeternum puesto que no hay resolución ni clímax. Para el espectador es como asistir –tal vez sea mejor decir espiar- a una charla entre mujeres, en apariencia trivial e intrascendente.
Pero no hay nada trivial ni intrascendente en los diferentes mensajes que circulan en la obra, que se podrían sintetizar (pero no agotar) en las siguientes preguntas: ¿qué es ser una mujer? ¿es cierto que los hombres están tan atemorizados ante la nueva mujer liberada? ¿puede un otro habitar mi propio cuerpo? ¿qué tanto me perturba la sexualidad propia y ajena? ¿qué tanto poder tiene la publicidad sobre el ser humano, especialmente sobre la mujer? ¿todo lo que una mujer puede ser es un ama de casa perfecta y nada más? y ¿cuánto nos atemoriza alcanzar nuestra propia libertad?
Vale destacar las aguerridas interpretaciones de ambas actrices y el adecuado diseño sonoro y musical de la obra, a cargo de Fabián Dellamónica. Con mínimos elementos, una silla y cuatro muebles que ofician de mesa, mesada o baranda, según la ocasión, el escenario se llena de esas voces que, lejos de parlotear, intentan asir alguna respuesta que les devuelva un sentido, un significado, una certeza de la que asirse en el perpetuo (y complejo) devenir de ser mujer.

Funciones: sábados, 21 hs.
Teatro Beckett
Guardia Vieja 3556 – Almagro, Capital Federal
Reservas: 4867-5185
Entradas: $25 est. y jub.: $20

Links de interés: 



viernes, 19 de febrero de 2010

LA TELA DE LA TEMPORADA

18/02/10 - Teatro: 4 temporadas (Sedlinsky sobre textos de Schulz)



Cuando se piensa en la literatura polaca el primer nombre que se viene a la cabeza es el de Witold Gombrowicz. Sin embargo, las letras polacas del siglo XX tienen otro finísimo representante: Bruno Schulz (1892-1942). Escritor, pintor, muralista, dibujante, urdió un mundo literario poblado de fantásticos maniquíes y de un humor ácido y absurdo que la compañía 4 Temporadas en conjunto con Trabajo a Reglamento ha sabiamente rescatado en la obra “4 temporadas”, estrenada ayer en el Camarín de las Musas. Con dirección de Javier Swedzky y dramaturgia de Pedro Sedlinsky, presentan la historia de la Maison Katel, una gran tienda de telas regenteada por un padre que sufre una extraña mutación y tres hijos que no saben muy bien qué hacer ni con él, ni con el negocio ni con la vida en general. 
Los hijos, Adela, José y Segundo, representados por Flor Sartelli, Julián Rodríguez Rona y Leonardo Volpedo se disputan el amor tiránico de su padre y juegan distintos roles en el negocio familiar: Adela es la muchacha servicial para todo uso; José es el hermano mayor, el que supuestamente debería tomar todas las decisiones acerca de la marcha de la tienda pero siempre termina haciendo lo que le dice el padre, y Segundo es un soñador y revolucionario de pacotilla, financiado por su padre. 
Y las cosas en la Maison Katel no están funcionando bien. Llega la primavera y es el momento de lanzar una nueva tela de temporada, un modelo y un estampado que se vuelvan un furor: allí es donde arranca la obra, con los tres hermanos dándole al público la bienvenida a su primorosa tienda, mostrando rollos y rollos de maravillosas telas, seda natural, crepe plisé y la vedette de esa primavera, la seda fría con grandes estampados de flores. Pero la tela de la temporada es un fiasco y sólo logran vender un metro de muestra y a cada temporada la situación tambaleante de la tienda empeora mientras los personajes entran en un ciclo de locura, absurdo y extrañeza imparable. 
Si algo hay que destacar de esta excelente puesta y propuesta, además del humor ingenuo y ácido a la vez de la poética de Schulz, es la inquietante presencia tanto del padre (un títere espeluznante, como todos los títeres) así como de los tres mudos maniquíes, todos obra del artista plástico Nicolás Botte. El padre no llega a medir un metro y su voz es impostada por uno de los actores tan bien y de modo tal que siempre parece provenir del propio muñeco, lo que agrega aún más inquietud (y asombro) en el espectador. Con voz cascada, el padre-títere-próximamente pájaro no deja de gritar órdenes, pedir cosas, exigir que todo se arregle y manejar, como un verdadero titiritero, los destinos de sus hijos. Éstos, a su vez, se desquitan con los maniquíes. Cada vez que uno de ellos queda a solas en el escenario con un maniquí, los muñecos con forma humana se transforman en confidentes y en fuente de fantasías alocadas y liberadoras (como las de José, que siempre sueña con trabajar en las grandes ciudades del mundo). Así, mediante la interacción dramática con los maniquíes, los personajes logran volcar también sus miserias fuera, como cuando se ve el trato “especial” que Adela le dispensa a García Mata, uno de los fieles clientes de la Maison Katel. 
Y mientras las Cuatro Estaciones de Vivaldi jalonan convenientemente la obra, el público –y los propios Katel- asisten a la extraña transformación que sufre el padre, convirtiéndose en un extraño pájaro que apenas emite sonidos, pero que en el final recupera algo de su vigor para seguir mangoneando a sus hijos, en medio de la más pavorosa ruina económica y espiritual. 
En suma, una obra sencillamente imperdible, con momentos de comicidad hilarante y con la frágil belleza de las telas danzando y mostrando la multiplicidad de sus colores, la variopinta congregación de ilusiones que es también el ser humano. 

Funciones: jueves, a las 21:30hs 
El Camarín de las Musas: Mario Bravo 960 
Informes: 4862-0655 
Entrada: $35 y $20 para estudiantes y jubilados.

Links de interés:



lunes, 8 de febrero de 2010

MADRE E HIJA

06/02/10 - Teatro: Querida mamá o guiando la hiedra (Yusem sobre textos de Uhart)


Madre e hija. ¿Existe acaso un vínculo humano más tormentoso, amoroso y arraigado? Con una puesta minimalista, onírica, altamente poética y con un texto compuesto por fragmentos de cuentos de Hebe Uhart, la directora Laura Yusem se propuso investigar dicho vínculo en la obra “Querida mamá o guiando la hiedra”. La secundan en esta pequeña épica de lo cotidiano las actrices Martha Rodríguez (la madre) y Julieta Alfonso (la hija). Vale la pena hacer notar algunas coincidencias: según relata la propia Yusem, su primera puesta en escena fue también sobre textos de Uhart (“Un pájaro gris, medio gordo, de pico corto”, 1970). A su vez, formaba parte de aquel elenco Martha Rodríguez, quien sobresale de manera excepcional en “Querida mamá”, sin desmerecer en absoluto el precioso trabajo de Julieta Alfonso.
Los cuentos en los que Yusem basó la obra son “Querida mamá”, carta de una hija a su madre muerta, y “Obviando la hiedra”, los pensamientos de esa misma madre, pensamientos que relatan una vida que la hija no podría llegar a sospechar siquiera. La puesta teatral, en el Patio de Actores, refuerza este paralelismo, tanto en lo textual como en lo escénico: los personajes nunca dialogan entre sí sino que hablan —monologan— por turnos. Sólo durante un breve momento sus voces se superponen, se persiguen, se ensañan una con la otra pero no llegan nunca al diálogo, acaso la metáfora más acertada (y dolorosa) para el vínculo que la obra explora sin apelar al realismo prosaico sino a la ensoñación poética. Al mismo tiempo, los personajes no se tocan, ni se miran, ni entran en contacto (con excepción del final) duplicando el mismo paralelismo textual citado.
Pero, como buena madre e hija que son, repiten gestos, costumbres, palabras, momentos. Repiten lo que otras antes que ellas también repitieron. Reiteran un pasado que las agobia y que la madre lega a la hija sin que ésta pueda ya seguir sosteniendo recuerdos, chucherías, muebles e idiosincracias que no le pertenecen. Y así se reproducen, de manera desarticulada, fragmentos de peleas, discusiones, enternecimientos y obsesiones, pero el diálogo, el acercamiento real nunca se concreta. Y como un espejo la hija hace lo que hacía su madre y su madre hace lo que su propia madre hacía, en un impactante juego de repeticiones.
Madre e hija. Duplicados, repeticiones. Ellos son también uno de los leit-motifs de la obra. La carta que la hija intenta escribir ha sido escrita tres veces: una vez fue perdida, otra no salió como ella quería y la tercera es la que intenta redactar ahora. Ahora, que hace dos cosas a la vez, como su madre: “mientras barro escucho la radio”. Pero el pesar asciende a medida que la obra avanza y la situación de esa madre ausente —pero tan presente— sugiere diversas hipótesis en el espectador, surgidas todas de los diferentes hilvanes que allí se traman: ¿se exilió acaso por la situación política del país? (la hija le cuenta que los militares ya no están en el gobierno); ¿fue internada en un psiquiátrico? (entre las cosas que la hija rememora está el día en que dijo que no le era posible internarla, porque tenía otras cosas que hacer); ¿se suicidó o bien está muerta y la hija aún está intentando tramitar ese terrible sufrimiento?
La musicalización de la obra (a cargo de Cecilia Candia) refuerza de manera hermosa e inquietante esta idea general de la fragmentación sobre la que gira la puesta: como hilachas o hilos sueltos (“¡de acá no te vas hasta que te salga la pollera evasé!”) los sutiles —también tétricos en algunos pasajes— juegos musicales realzan aún más una obra que, sin duda, tiene todo lo necesario para atraer a un público deseoso de experimentar emociones fuertes sutilmente entramadas, sin estridencias innecesarias.

Patio de Actores 
Lerma 568
Tel: 4772 – 9732
Funciones: Sábados 21hs
Localidades: $ 40.

Links de interés:



jueves, 12 de noviembre de 2009

LAS NEUROSIS DE NUESTROS PRÓCERES

10/11/09 - Teatro: La neurosis de los hombres célebres de la historia argentina
 (Compañía de Funciones Patrióticas)







Breve pero contundente. Irónica, ácida, corrosiva. Inteligente, sagaz, sarcástica. Tragicómica. Así es “La neurosis de los hombres célebres en la historia argentina”, obra teatral dirigida por Martín Seijo y representada por la Compañía de Funciones Patrióticas, un colectivo teatral que tiene la particularidad de realizar funciones sólo en fechas patrias y de obras que, de un modo u otro, hagan referencia a ésta.
El año pasado, la compañía tuvo el tino de realizar una puesta de El gigante Amapolas, esa olvidada pero siempre vigente obra de Juan Bautista Alberdi. Este año, sin embargo, la compañía apostó a más y realizó esta estupenda adaptación de un insigne tratado decimonónico: La neurosis de los hombres célebres en la historia argentina (1878) del doctor José Ramos Mejía. Imbuido del zeitgeist de la época, el libro describe las diferentes “neuropatías” sufridas por nuestros más célebres próceres, entre ellos Juan Manuel de Rosas, Bernardo de Monteagudo y Guillermo Brown.
Son precisamente estos tres prohombres los elegidos para esta adaptación de la Compañía de Funciones Patrióticas (protagonizada por Paolo Baseggio, Ernesto Fontes, Leandro Ibarra, Natalia Olabe y Guillermo Valdéz), ficción delirante pero cabal en la que estos tres peligrosísimos sujetos se encuentran encerrados en un manicomio bajo los obsesos cuidados del doctor Ramos Mejía.
Sobre una camilla, atado, aparece en la primera escena Bernardo de Monteagudo, una figura importante, hoy olvidada, para la gesta de liberación sanmartiniana. El doctor Ramos Mejía entra en la habitación acompañado por una joven residente. A partir de allí se desencadenan los hechos vertiginosamente y todo terminará de modo completamente inesperado y desopilante. Una voz en off (Claudia Mac Auliffe) aporta los datos necesarios, no exentos de mordacidad, para comprender lo que sucede.
La puesta en escena, austera, deliberadamente precaria, alude siempre a “La lección de anatomía”, el archifamoso cuadro de Rembrandt que la realidad, el azar o una mente perversa reprodujeron en la foto de la autopsia del Che Guevara, imagen que la compañía eligió para ilustrar las gacetillas de esta segunda función de “La neurosis…” (la primera fue el 17 de agosto, en la misma Sala Escalada).
La ciencia del siglo XIX se confunde en esta obra con el entramado político de un país que todavía no puede ser llamado tal y sus terribles dolores de parto. Al mismo tiempo, el humor y la ironía tiñen todo de un tono surreal que casa muy bien con la adecuada elección de las neurosis patrióticas: la erotomanía de Monteagudo, el delirio persecutorio de Brown y la megalomanía de Rosas. Dice el texto de Ramos Mejía respecto de este último: “los grandes neurópatas como Rosas, en cuya contextura espiritual existe una atrofia tan extraordinaria del sentido moral, constituyen todas esas anomalías que son en el orden psíquico lo que las monstruosidades de la organización del cuerpo en el orden físico. Vienen al mundo con el germen de su locura, de esta locura temible que busca el placer en las emociones intensísimas del crimen, que arranca al corazón fibra por fibra y que en cada gota de sangre que vierten, encuentran una fuente inagotable de gratas emociones”.
Para finalizar, conviene entonces estar atentos a las próximas funciones de la compañía, puesto que no sólo desgranan su corrosivo humor a diestra y siniestra sino que ofrecen un espectáculo distinto, a contramano de los discursos oficiales y con una calidad digna de ser mencionada. Dos gestos loables completan esta invitación a la reflexión sobre nuestra propia historia: los pastelitos que se reparten al comienzo y el CD de la compañía que se entrega al final, con imágenes, sonidos y los textos representados. Un verdadero lujo patriótico.

CRÓNICA DE UN DÍA EN AZUL

III Festival Cervantino de Azul (del 5 al 15 de noviembre de 2009)


Domingo, siete y media de la mañana, esquina de Callao y Rivadavia. La confitería del Molino aún no reabre sus puertas y el Congreso es mudo testigo de los numerosos grupos de jóvenes que recorren las avenidas, recién salidos, es muy evidente, de los boliches. Un grupo, pequeño y bostezante, comienza a conformarse allí. Permanecen ajenos al provocador espectáculo que brindan algunos y esperan. Con gran paciencia, esperan. Mucho después de lo pactado, un combi (mejor dicho, una van) llega, los carga y el ahora alegre grupo de periodistas, que eso eran, van rumbo a Azul, ciudad cervantina de Argentina. 



Domingo, doce del mediodía, sobre la ruta 3. Restaurant “Punto Argentino”. Los periodistas porteños bajan de la van, se encuentran con otro grupo de periodistas que ya estaba cubriendo el III Festival Cervantino de Azul y se disponen a comer. Lamentan, algunos, no haber podido ir al Monasterio Trapense, situado unos kilómetros más allá de Azul, tal como estaba planeado. Quedará para otra ocasión. Comida y bebida abundante, pampa infinita y los preliminares: los periodistas que ya estaban cubriendo el festival pasan el parte a los recién llegados y la calma azuleña comienza a apoderarse de todos, menos de algunos impacientes.

Domingo, dos de la tarde, comienzo de la visita oficial a la ciudad de Azul. Primera parada: el ex Matadero Municipal, cuyo portal fue obra del controvertido arquitecto Francisco Salamone. No hay mucho para ver, excepto una construcción de afilados perfiles. Los bullangueros periodistas entran triunfales a la ciudad y empieza el “city tour”. Segunda parada: Parque Municipal “Domingo Faustino Sarmiento”, diseñado por el afamado paisajista Carlos Thays. 22 hectáreas de verde, árboles, caminos, puentecitos y el arroyo Azul que divide a la ciudad en dos. Nos enteramos de que la ciudad se fundó en 1832 como fuerte (el Fuerte San Serapio Mártir) para contener el avance de los malones. 16 carretones de ruedas altísimas (aptas para vadear arroyos y lagunas) llegaron de la mano del coronel Pedro Burgos, de los cuales se encuentra una réplica en el parque.



Un simpático trencito realiza un breve trayecto dentro del parque y los ávidos periodistas preguntaron si era posible dar una “vueltita”. Aprobada que fue la moción por unanimidad, el grupo abandonó la combi para subirse al “Pamperito”, un tren de trocha muy angosta, cuya locomotora funciona con un motor de Ford T y cuyos vagones fueron reformados con partes de autos. Bamboleante y ruidoso, el Pamperito trajo de vuelta, sanos y salvos, a los periodistas muertos de risa ante la aventura ferroviaria en miniatura. Tercera parada: fiesta gaucha pre-Jesús María, en los predios del ejército. Más verde, autos, caballos y auténticos gauchos (facón al cinto y todo) por todos lados. Un amable ambulanciero explicó a algunos de los periodistas presentes de qué iba la cosa y entonces se comprendió un poco más un espectáculo que, de otro modo, resultaría un poco aburrido. La rebelde belleza de los caballos, sin embargo, hubiera bastado para atrapar la vista de cualquiera.



Domingo, cuatro y media de la tarde, Casa Ronco, hogar de la colección de Quijotes más importante fuera de España, motivo de la declaración de Azul como “ciudad cervantina” en el 2007 por la UNESCO. Una casa antigua, de principios de siglo, con sus puertas y celosías altísimas, su zaguán, su patio central, sus pisos de madera crujiente y allí, en las dos habitaciones principales, libros del techo hasta el piso, en estanterías realizadas por su propio dueño, el doctor Bartolomé J. Ronco. Ronco era un abogado capitalino que hacia los años 20 decidió ejercer en la ciudad de Bahía Blanca. Sin embargo, se afincó en Azul, ya que allí se encontraban los tribunales y pronto se casó con una azuleña. Tuvieron una hija que murió a los catorce años y luego de un período de comprensible luto, los Ronco se dedicaron a diversas actividades comunales. El abogado, gran lector, era, además, bibliófilo y coleccionaba ediciones (y todo aquello que tuviera que ver con) del Quijote, la obra fundante de la novela y la literatura modernas. Coleccionaba asimismo ediciones del Martín Fierro, fabricaba juguetes de madera, compilaba términos gauchescos y, por si todo eso fuera poco, dirigió hasta su muerte la biblioteca municipal.



El inquieto grupo de periodistas tuvo entonces acceso a algunos de los tesoros que son celosamente custodiados en la casa Ronco: la edición en inglés de Thomas Shelton, regalada a la biblioteca por el escritor inglés Julian Barnes; la edición de 1716, realizada en Amberes, Bélgica; la edición ilustrada por Salvador Dalí; el Quijote más pequeño del mundo, dos tomos en papel biblia que caben en la palma de la mano; ediciones en idiomas tan lejanos del castellano medieval como el japonés, el lituano y el hebreo; una edición de la editorial Tor para niños, ilustrada por Walt Disney (con Mickey Mouse y todos los personajes de Disney como personajes del Quijote); una edición de lujo realizada en La Plata; una edición de la Real Academia Española en ocho tomos de tamaño considerable, cuatro de los cuales constan únicamente de ilustraciones, con la intención de que el libro pudiera ser disfrutado aún por aquellas personas que no supieran leer. Otros tesoros invaluables, como la edición ilustrada por Gustave Doré, pertenecen a aquella parte de la biblioteca que no se puede mostrar al público, sino apenas sospechar y entrever entre los anaqueles. Quien esto escribe entraba, ante cada edición desplegada, literalmente en éxtasis.



Domingo, cinco y veinte de la tarde, costanera Catriel, desfile inaugural del festival cervantino. Arremolinados entre los lugareños, los periodistas pudieron observar el paso de las diferentes escuelas azuleñas y sus entrañables “cabezudos”, suerte de títeres gigantescos realizados por los chicos bajo la dirección del artista local Omar “Chirola” Gasparini, quien también realizara el mural que adorna parte de la costanera. Bajo el lema de la diversidad cultural se seleccionaron diferentes temáticas sobre las cuales los chicos podían realizar sus títeres y disfraces, y así pudo verse a los pumas y yaguaretés, a la barca de los inmigrantes, al circo Papelito y, por supuesto, cabezudos con motivos cervantinos (especialmente logrado estaba el cabezudo que representaba a Rocinante). Todos recibieron su merecidísimo aplauso y a continuación la murga Los Descontrolados de Barracas cerró el desfile.



Domingo, cerca de las siete de la tarde, últimas dos paradas: cementerio de Azul y grupo escultórico del artista Carlos Regazzoni. El ya exhausto grupo de periodistas, lejos de la algarabía que se adueñara de ellos durante su periplo en el Pamperito, recorrió el cementerio de Azul, cuyo portal también pertenece al arquitecto Salamone. Quien esto escribe no pudo dejar de sentirse subyugada ante la extraña y expresionista belleza del terrible ángel que preside la entrada al camposanto. A pesar de que algunos reporteros se aventuraron a recorrer tumbas, bóvedas y nichos, otros prefirieron quedarse prudentemente fuera y hacer chistes sobre la tardanza de quienes habían entrado. Un rato después, la algarabía volvía a adueñarse de los porteños apurados: el grupo escultórico del artista Carlos Regazzoni invitaba a sacarse las típicas fotos de “miren dónde estoy posando” y casi nadie se sustrajo a ellas, ni a la incandescente belleza de la chatarra oxidada mágicamente transformada en Don Quijote, Sancho Panza, Dulcinea/Aldonza y el perro, un flaco can de metal que desató la polémica: Don Quijote ¿tenía o no tenía perro? Y si tenía, ¿cómo se llamaba?



Domingo, cerca de las nueve de la noche, libertad de acción. Liberados de la presión “vamos a ver esto y esto y esto”, los periodistas se dispersaron o se retiraron a sus aposentos o se enfrascaron en sus laptops y quien esto escribe aprovechó, luego de un breve refrigerio, para recorrer un poco la plaza central de Azul y embobarse con la arquitectura y el diseño gótico de la iglesia-catedral Nuestra Señora del Rosario, así como con el impecable trabajo de restauración del Teatro Español, donde transcurriría la anteúltima parada de la excursión.



Domingo, apenas pasadas las nueve de la noche, Teatro Español, show de la compañía Tangokinesis. Un maravilloso espectáculo de danza que, bajo la dirección de Ana María Stekelman, combina la danza moderna con los movimientos tradicionales del tango, otorgándole una frescura inusitada. El show incluyó tangos como “La cumparsita”, “Buenos Aires hora cero”, “Yo no sé que me han hecho tus ojos”, tres versiones de “Quizás, quizás, quizás” y concluyó con un set de mambos. El público aplaudió a rabiar a los bailarines, entre quienes se destacaron sin duda alguna Nora Robles y Pedro Calveyra.

Domingo, madrugada, cansancio y después… Promediando la medianoche los filtrados periodistas fueron aún agasajados en otro restaurant a la vera de la ruta, esta vez con una picada y un asado bien criollos, como debe ser, y entre la mulita en escabeche, las patitas de chancho, el asado de tira, las ensaladas y los tentadores postres, el nutrido grupo de periodistas terminó subiéndose a la combi de regreso hacia la una y treinta de la madrugada. Luego de unos momentos de charla, todos acordaron tácitamente que había llegado el momento de llamarse a silencio y dormir.

Lunes, cinco de la madrugada, esquina de Callao y Rivadavia. La confitería del Molino sigue sin abrir sus puertas y el Congreso es ahora testigo de cómo los periodistas se despiden, se desean suerte y esperan reencontrarse en otra nueva aventura, tan grata y singular como la que acaba de terminar. ¡Gracias, azuleños!

Links de interés: 






Nota en ANSud


Todas las imágenes por The Violet Girl.

martes, 3 de noviembre de 2009

FESTIVAL PALABRA VIVA

Del 5 al 8 de noviembre: Festival "Palabra Viva" (El Crisol)



¿Qué es un bululú? ¿Qué es un juglar? ¿Y un narrador oral? ¿En qué se diferencia éste de un escritor “convencional”? Estas y muchas otras preguntas podrán ser contestadas en el Festival “Palabra Viva”, que se celebrará del 5 al 8 de noviembre en El Crisol, del barrio capitalino de Villa Ortúzar.
Será un festival que, en palabras de sus organizadores, procura honrar “a la palabra que emite el cuerpo sin intermediarios audiovisuales. Un homenaje al verbo y a uno de los pilares fundamentales de la herencia cultural desde los comienzos de la humanidad: la tradición oral”. Con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro, el Fondo Nacional de las Artes, la Embajada de España en Argentina y el Gobierno y el Centro Dramático de Aragón, esta primera edición contará con artistas locales (como Ana Padovani) e internacionales (como Luis Felipe Aguirre, Norberto Presta y Javier Tárrega), quienes brindarán shows y workshops donde la palabra emitida en forma oral será la reina.
Cuentos, leyendas, poemas, romances, canciones, mitos, retruécanos, narraciones, títeres y versos tendrán espacio en este festival dedicado a celebrar la palabra en acto, lejos de la “virtualidad” reinante y buscando acercar al público a nuevas formas de apreciar ese bien cotidiano que es el lenguaje. Tanto los amantes de la literatura como los del teatro, los de la poesía y de la música, así como los curiosos, estarán de parabienes ya que habrá espectáculos para todos los gustos, como se detalla a continuación:

PROGRAMACIÓN

Jueves 5/11
21 hs – Espectáculo de Apertura: “Argentino hasta la muerte”, con Martín Ortiz (Argentina/España)

Viernes 6/11
17 hs – Charla con Javier Tárraga. “Un recorrido propio por la poesía oral, los cuentos populares, los títeres y los espectáculos de calle tradicionales”.
20 hs – Espectáculo “La torre de mentiras y los embusteros sin fin”, con Juan Marcial Moreno (Argentina)
22 hs – Espectáculo  “Fragmentos de vidas compartidas”, con Norberto Presta (Italia)

Sábado 7/11

17 hs – Clase magistral a cargo de Luis Felipe Alegre. “Juglaría. Tradición y actualidad”
20 hs – Espectáculo “Mil y un cuentos”, con Ana Padovani (Argentina)
22 hs – Espectáculo “Flor nueva de romances viejos... pero no tanto”, Javier Tárraga (España)

Domingo 8/11
16 a 19:30 hs – Workshop a cargo de Norberto Presta
21 hs – Espectáculo “Bululú”, con Luis Felipe Alegre (España)
Cierre

Festival “Palabra Viva”
Fecha: del 5 al 8 de noviembre
El Crisol: Arismendi 2658, CABA
Espectáculos nacionales: $10
Espectáculo extranjeros: $15
Informes: 011 4523-7605

Más información sobre los espectáculos:

Espectáculos participantes


Bululú
Con Luis Felipe Alegre
Un espectáculo de El Silbo Vulnerado.
Bululú es un actor que actúa en solitario, con unos mínimos elementos escénicos: los que caben su maleta.
El repertorio que un Bululú presenta al público, depende de sus habilidades actorales, a veces canta, cuenta cuentos, recita poesía, hace bailar los títeres..., siempre buscando la complicidad de su público, la comunicación inmediata.
En resumen, un bululú es, desde tiempos antiguos, el hombre que cuenta teatralmente historias a otros hombres.
El repertorio elegido irá desde clásicos como el Arcipreste de Hita o Quevedo hasta los actuales Ángel González, García Calvo, Juan Gelman, o Leopoldo María Panero, pasando por cuentos y cantos  de la Tradición Oral.


Flor Nueva de Romances Viejos… pero no tanto, tanto
Con Javier Tárraga
Cuenta Javier Tárraga: Mis espectáculos se componen de palabras, canciones, recitados, improvisaciones... y tonterías. Excepto el texto de los romances, nunca llevo exactamente preparado el contenido de lo que voy a contar, porque generalmente depende de cómo me encuentre y de la conexión con el público. Utilizo los cartelones ilustrados y alguna vez ciertos objetos.
Éste es el repertorio que podría interpretar:
La serrana de la Vera
Conde niño
La infantina encantada
Castilblanco
Juajuá
Rinoceros
Bernal Francés
El veneno de Moriana
Mariana Pineda
El enamorado y la muerte
La doncella guerrera
La pérdida de Alhama
San Antonio y los pajaritos
Morilla de bel catar
Ximena
Jura de Santa Gadea de Burgos
La danza macabra


Argentino Hasta La Muerte
Con Martín Ortiz.
Un espectáculo sobre textos de Cesar Fernández Moreno.
El espectáculo es una “nueva edición” del programa, La Poesía es para todos, que el mismo César Fernández Moreno condujo en los primeros años de la década del 60’ y que, en esta ocasión, está dedicado, precisamente, a su poesía. Así, como un programa radial visual, con tangos interpretados en vivo (“Yira, Yira” y “Uno”, que el poeta cita en el texto) el espectáculo articula algunos poemas del libro Buenos Aires me vas a matar (15 poemas dispuestos a modo de autobiografía).
Comienza con Argentino hasta la muerte a modo de psicoanálisis humorístico de lo argentino. El núcleo central de la obra es el poema Un argentino en Europa, sobre su primer viaje al Viejo Continente realizado en 1955. Acompañan a estos dos poemas, otros más cortos del mismo libro: Las Palabras, un texto metapoético de 1963, y Débil Mujer, poema de desamor.
Argentino hasta la muerte es un espectáculo de Poesía en Escena, de Poesía dramática, que busca promover el reencuentro con la obra de uno de los grandes y olvidados poetas argentinos a veinte años de su desaparición.


Fragmentos de Vidas Compartidas
De y con Norberto Presta.
Un espectáculo del Centro di Prodzione Teatrale Vía Rosse.
Cuenta Norberto Presta: El espejo da una imagen que me mira sin verme porque está pensando en otra cosa, estoy navegando en la historia y me pierdo. Escribo la historia de uno que se mira al espejo y no sabe quién es, la historia de uno que son muchos. Pienso en la Europa en la que vivo desde hace un cuarto de siglo, una sociedad que no se reconoce porque niega el otro, que pierde su identidad porque niega su historia, sus historias, que olvida y se hace sorda, que está cada vez peor porque sin saber ser rica niega su pobreza, porque siendo humanista olvida su solidaridad, su igualdad, su justicia, olvida lo que aprendió por haber sido víctima y victimaria a un tiempo. Olvida.
Yo que nací en Argentina, que antes de ser italiano fui clandestino en Italia, fui clandestino en Alemania, yo que hoy soy un europeo con pasaporte Argentino, un latino americano con pasaporte Italiano, soy argentino por nacimiento, italiano por mi bisabuelo, extracomunitario, clandestino, inmigrante emigrado migratorio migrante por voluntad y natura. ¿Quién soy?
“Fragmentos de vidas compartidas” no nació de un modo premeditado, apareció como una necesidad oculta, una necesidad de reconocerse partiendo de la propia historia y reconociendo al otro, reconociendo al que no conocemos pero en el que nos reconocemos. Reconocer la propia historia en la historia del otro, aún cuando cada uno tiene la suya. Fueron varias historias que escribí, sin premeditar hacer un espectáculo, pero soy teatrante y lo que escribí fue una necesidad que solo como teatrante puedo comunicar, es decir; haciendo pasar ese texto por mi cuerpo, transformándolo en una secuencia de acciones para encontrar una relación emocional, intelectual, sensitiva, física con el público. Puse todas esas historias juntas, las mezclé, se fueron contaminando y fui descubriendo que eran Fragmentos de vidas compartidas.


La Torre de Mentiras y Los Embusteros Sin Fin
Con Juan Marcial Moreno.
Un recorrido sensible, profundo, ameno y con humor por un sendero que nos lleva de visita a cuentos filosóficos de África, Arabia, Tíbet, Bolivia y otras culturas.


Mil y un cuentos
Con Ana Padovani
La actriz despliega su rol de narradora en un abanico de cuentos provenientes de la literatura universal y de la tradición oral que despiertan en el público variadas emociones: la ternura, la reflexión, el suspenso, la sonrisa, la carcajada.
Genera un clima intimista que devuelve a la adultez uno de los mejores momentos de la infancia: disfrutar de los cuentos contados.
La canción, la poesía, la música, la gestualidad, la lectura, la interpretación de los personajes y demás recursos que desenvuelve la protagonista, otorgan a este espectáculo de narración una auténtica dimensión teatral de ricos y variados matices.
El repertorio incluye cuentos de tradición oral y de autores como Roberto Fontanarrosa, Gabriel García Márquez, Niní Marshall, entre otros.
Un párrafo aparte merece la importancia dada a los textos de Niní Marshall de quien Ana Padovani interpreta algunos de sus personajes más emblemáticos, como Catita, Cándida y Mónica. Rinde con ello un homenaje a la inolvidable actriz y expresa su reconocimiento por el apoyo que la propia Niní le infundiera desde el inicio de su carrera.