domingo, 4 de julio de 2010

TÍTERES PARA TODOS

04/07/10 - Espectáculo de títeres: Un día en África


La experiencia de esta cronista con niños es prácticamente nula. Hija única, la más pequeña de las nietas, sin hijos y sin amigas que a su vez tengan hijos, digamos que no suele frecuentar los espectáculos para niños. Mucho menos la literatura infantil, categoría que, si pudiera, ella borraría del mapa de los géneros literarios, pero no porque tenga algún trauma con la misma si no porque, en general, la literatura infantil suele ser díficil de digerir hasta para los más pequeños. 
Por eso se alegró mucho cuando observó que "Un día en África", espectáculo teatral de títeres de la compañía "Juglares", con dirección de Roberto Cortizo Petraglia, es una obra que, si bien está pensada y enfocada hacia el público infantil, es, al mismo tiempo, sumamente interesante para "los grandes". Y cuando dice "sumamente interesante", quiere decir entretenida, divertida, nada pretenciosa ni enmarañada: una obra para ser vista, oída y disfrutada no importa la edad que se tenga. 
Basada en una leyenda de origen africano, la obra muestra el derrotero de Kanú para convertirse en esposo de la princesa Okoya, a quien su padre ha decidido casar con el guerrero más fuerte. Kanú es un pan de Dios, flacucho y esmirriado, que siempre hace todo lo que le ordenan pero que prefiere usar la cabeza antes que pasarse horas haciendo abdominales como su archirrival Banema, el insoportable "guerrero" lleno de músculos pero carente de toda sensibilidad. Okoya, desde luego, está enamorada de Kanú. Con estos cuatro personajes de gran encarnadura humana (prestada maravillosamente por las voces y el manejo de sus respectivos títeres de los actores Ivana Averta, Natalia Chiesi, Gastón Courtade y Francisco Ramírez) más los diversos animales de la selva se conforma una obra que trasmite los esenciales valores de la igualdad, la astucia antes que la fuerza bruta y el respeto por los otros de una manera inteligente y apta para todos los públicos. 
Si bien es cierto que los títeres en general suelen tener algo inquietante, en el caso de los títeres y máscaras que salen a escena en "Un día en África" éstos son de lo más entrañable y delicioso que se pueda esperar, y hasta el fiero león, el gran elefante, la temible serpiente, la impertinente rana, el hermoso flamenco, el comiquísimo mono sabio, la distinguida águila real y el cocodrilo se vuelven absolutamente queribles por el espectador. Tan así es que la mayoría de los niños que asistieron a la función permanecieron en arrobado silencio y en gran expectación toda vez que Kanú dialogaba con los animales de la selva para lograr su objetivo. 
Tanto la música, con canciones de ritmos pegadizos y sencillos, como la escenografía, con una suerte de gran libro que pasaba sus hojas con los distintos paisajes africanos (la aldea, la selva, las montañas) complementan a la perfección una obra a la que tanto padres como tíos, abuelos, primos, sobrinos y demás miembros de la familia harán muy bien en ir a ver y disfrutar, no sólo porque ofrece un espectáculo de calidad si no porque brinda un rescoldo de ilusión, apostando al triunfo del amor por sobre todas las cosas. 

Funciones: Domingos a las 16 hs.
En vacaciones de invierno (¡atenti!), de miércoles a domingo a las 16 hs.
Teatro Andamio '90
Paraná 660
Reservas al tel. 4373-5670.

domingo, 28 de marzo de 2010

MILAGRO, RENCOR Y FASCINACIÓN

27/03/10 - Teatro: La revelación (Gatto)


Una mujer y una extraña relación con Dios (y con un hombre ido). Un hombre y una extraña relación con su perro. Un rancho en medio de la pampa agreste y salvaje. Estampitas rotas, velas, misticismo y sensualidad a flor de piel. Todo eso (y más) constituye la obra “La revelación”, con dramaturgia de Agustina Gatto y dirección de Tatiana Sandoval.
La mujer (Alejandra D’Agostino) tiene una relación personal con Dios: le habla como si fuera un ser humano, le pide cosas, lo reta, lo desafía, no teme nunca su ira. Ha vivido hasta hace poco con un hombre, Juan, a quien ya no volverá a ver. Es entonces cuando llega otro hombre (Germán Rodríguez), buscando a su perro malherido, que se ha acovachado en la cama de ella. Este hombre vendrá a romper el círculo místico en el que ella estaba encerrada y la sacará también de la impura obsesión por Juan, una especie de Jesús demasiado humano.
El perro, que el hombre quería hacer pasar por caballo, morirá y otro más fiero, llamado Rencor, lo sucederá. La pareja no tendrá escrúpulos en participar en riñas y peleas de perros y conejos (a uno de los conejitos lo llamarán Fascinación) para obtener algo de dinero y así salvar a la hija de él. Pero todo será en vano. Ella, entonces, dejará de hablar con Dios y saldrá a pelear con él y sin él también. La apoteosis final marcará un nuevo inicio para los personajes, liberados ya de sus antiguas trabas, juntos, solos pero con la yegua Milagro y con un hijo por venir entre ambos.
La puesta en escena es minimal pero certera. La fuerza del texto descansa en su poeticidad y en el recurso de narrar y anunciar a la vez lo que los actores están haciendo o ya han hecho (y el espectador no pudo ver). Sin desmedro de la actuación de ambos y del alto matiz onírico del texto, por momentos se tenía la sensación de que hubiera sido un excelente guión cinematográfico antes que teatral. Aún así, se generan en el espectador gran cantidad de imágenes sugestivas y sugerentes gracias al recurso de narrar en lugar de actuar y de llevar así la imaginación hacia otros parajes.
En suma, una obra original que plantea un enfoque diferente y que con economía de recursos logra un alto impacto en el espectador.

Funciones sábados 20.30 hs.
No Avestruz
Humboldt 1857
Reservas: 4777- 6956
Entrada: $ 25 (Est. y jub. $ 20)


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Alternativa Teatral

Programación de No Avestruz

domingo, 14 de marzo de 2010

NARANJA Y LIMÓN

13/03/10 - Teatro: Esencias (Casares)


La compañía teatral Punto Medio está presentando, a sala llena cada sábado en el teatro El Piccolino, su nueva obra: “Esencias”, con libro y dirección de Fernanda Casares. Bajo la premisa de qué pasa “si en la búsqueda de la media naranja uno se encuentra con medio limón”, desgranan una serie de pasos de comedia tiernos y desopilantes de la mano de sus seis personajes: Romina (Natalia Schvetz), Lucas (Martín Tecchi), Clara (Fernanda Casares), Facundo (Emiliano Lobo), María (Alejandra Peralta) y Luciano (Javier López).
Con una escenografía astutamente conformada por dos mitades de una esfera (una naranja y una verde limón), lo que permite los rápidos cambios de escena y ambientación, más la excelente elección de los temas musicales que abren y cierran cada paso (Sandro, Palito Ortega, boleros e incluso Frank Sinatra) las casi dos horas de obra se pasan raudamente, mientras las carcajadas resuenan en toda la sala.
El planteo de la obra es simple pero efectivo: una pareja que recién se conoce, la de Romina y Lucas, abre el fuego. Ambos están en el supermercado y el flechazo es instantáneo. Él viste una sobada camiseta de Estudiantes de La Plata, camiseta que será objeto de arduas discusiones y tironeos más adelante; ella se declara “encantada” por el fútbol. El amor ha nacido, pero ¿serán felices y comerán perdices? ¿O sólo comerán papas de aquí en adelante? En la siguiente escena, aparecen Clara y Facundo, una pareja que ya se ha separado pero que aún no ha logrado desengancharse. La otrora gris y aburrida Clara es ahora una mujer despampanante pero como ella misma admite es también “pura cáscara”. Facundo ha vuelto a verla y no puede pasar un minuto más lejos de su presencia, de su “luz”. Pero ¿es posible rearmar una pareja que ya se ha disuelto irremediablemente? ¿Puede el cambio de uno de sus integrantes operar el milagro o tienen que cambiar los dos? En el tercer cambio de escena, nos encontramos en el subte con Luciano y María, también una pareja que se disuelto hace ya tiempo. La incomodidad del reencuentro es manifiesta. Silencios, timideces, preguntas sin sentido que se repiten sin ton ni son. Procuran deslumbrarse nuevamente (“vivo sola”, “ahora tengo mi propia empresa”), pero pronto nos daremos cuenta de que todo eso también es pura cáscara y que la esencia de cada uno sigue siendo la misma. ¿Podrá una pareja así volver a funcionar? ¿Deberían probar, a ver qué pasa?
Ésas y muchas otras cuestiones van a ser aludidas a lo largo de la obra y las respuestas siempre serán tan tiernas como mordaces. ¿Qué pasa cuando cada uno no aguanta más lo que antes le gustaba tanto del otro? ¿Hay retorno? ¿Es posible mantener la pasión después de cierto tiempo? Y para que la cosa sea más completa, los personajes de Clara, Facundo, Luciano y María terminan enredándose ¿casualmente? entre sí, conformando verdaderas “parejas disparejas” que a priori no podrían funcionar pero que, al parecer, tienen más chances de vencer los obstáculos del destino. Entretanto, para la pareja de Romina y Lucas hay también una luz de esperanza, en medio del fútbol y de las papas fritas.
Con actuaciones sobresalientes, entre las que se destaca la de Natalia Schvetz (Romina), la obra resulta no sólo una manera entretenida y vital de pensar en el amor, la pareja y los mandatos familiares y sociales a los que todos respondemos sin siquiera pensarlo sino también un modo de acercamiento al teatro por parte de un público que no suele concurrir a este tipo de espectáculos por tenerlos asociados a la solemnidad y el acartonamiento. Precisamente ése ha sido uno de los puntos cruciales que llevó a este grupo de actores a conformar la compañía Punto Medio y no cabe duda alguna de que logran, con creces, su cometido.

Funciones: sábados a las 23:30hs.
El Piccolino: Fitz Roy 2056
Informes: 4779-0353
Entradas: $30

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Página de Punto Medio

Alternativa Teatral

domingo, 7 de marzo de 2010

LUCY IN THE SKY WITH DIAMONDS

06/03/10 - Teatro: Mágica (Prociuk)


Cuando una idea es buena puede ser aprovechada en multiplicidad de situaciones. Si la película “Ghost (la sombra del amor)” demostró que se podía hablar de una cierta vida en el más allá (con incidencias en el más acá) de forma verosímil, la obra de teatro “Mágica” (dramaturgia y dirección de William Prociuk), reestrenada este sábado en el Teatro La Tertulia, demuestra que también se puede hacer teatro con eso. 
Una trama bien pensada, bien escrita, bien ejecutada y magistralmente actuada es, sin lugar a dudas, uno de los principales atractivos de una obra que tiene muchos. Como las actuaciones, por un lado, las situaciones hilarantes por otro y, por si fuera poco, momentos de hondo dramatismo con picos de tensión que tienen sobrecogido y admirado al espectador durante los 85 minutos que dura la función. ¿Qué más se le puede pedir a una obra de teatro? Bien ambientada y excelentemente musicalizada, “Mágica” merece funciones a sala llena todo el tiempo y es lo que sin duda logrará, ya que apelando a un imaginario porteño y urbano, apenas enrarecido por la presencia de un “guía espiritual” bastante poco espiritual, la obra toca fibras muy caras al espectador. 
La terrible soledad, los claros desórdenes psíquicos y el variable humor de Carlos (Marcelo Pozzi) contrastan con la ingenuidad y el candor de Lucía (Victoria Mamolitti), su futura víctima y próxima “sombra del amor”; el amor desordenado de Ana (Natalia Salmoral), hermana de Carlos, por Marcos, un típico policía, con todas las taras y los tics propios del oficio, estupendamente actuado por Ezequiel Rodríguez, casado a su vez con Inés (Lucrecia Oviedo), termina desencadenando buena parte de la tragedia. El liderazgo espiritual ejercido con gran autoridad por el gurú Joaquín (Julián Calviño) contrasta a su vez con la buena voluntad y la gran torpeza de Negroni (José Formento), el compañero policía de Marcos, presunto autor “intelectual” del hecho. A todo este entramado de personajes tan bien urdido se le suma, hacia el final, Norman (Eduardo Iácono), padre de Lucía, suerte de deus ex machina o bien mensajero del destino que viene a recordarles, cuando ya todos han rehecho sus vidas y han dejado atrás, en apariencia, a Lucía y su “ghost” que si bien pueden haberse “salvado” y zafado de ir a la cárcel, están todos condenados a un castigo mucho mayor: no poder olvidarse jamás de la muerte (“me mataron sin querer”) de Lucía y tener que vivir con ello para siempre. 
Escenas de antología: cuando Carlos mata, sin razón aparente y luego de un perverso juego con un arma aparentemente descargada, a Lucía; cuando, entre todos y con las narices tapadas con algodones, deciden deshacerse del cuerpo de Lucía, que ya comienza a heder, envolviéndolo en una frazada tras haber resuelto con ella misma, con su fantasma, que el mejor modo de hacerlo era ese (y además hacerlo en medio de una marcha del silencio por la pronta aparición de la propia Lucía); cuando, algún tiempo después, aparece en escena el padre de Lucía y todo el drama vuelve a caer sobre sus cabezas recordándoles y recordándonos que el destino siempre nos encuentra, por más que nos escondamos, corramos o huyamos en las formas más increíbles. 
En suma, “Mágica” es una comedia negra que propone no sólo carcajadas a mandíbula batiente sino también momentos de profundo dolor y pesar, magníficamente dosificados, con actuaciones memorables y con un texto a prueba de balas. 

"Mágica", 2ª temporada
Sábados 23 horas
Teatro La Tertulia
Gallo 826
Reservas: 6327-0303
Entrada: 35 pesos (est. y jub. 25 pesos)

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domingo, 28 de febrero de 2010

CONTRAPUNTO DE MUJERES

27/02/10 - Teatro: Toda mi vida he sido una mujer (Kaplan)



Un contrapunto de mujeres, que pueden ser una y la misma, es la obra Toda mi vida he sido una mujer, reestrenada el sábado 20 de febrero en el Teatro Beckett, con dirección de Vilma Rodríguez y las actuaciones de Andrea Jaet y Gaby Ferrero. La obra se presentó en el 2009 en el formato semimontado en el Ciclo de Nueva Dramaturgia Europea (con la cooperación del Goethe-Institut, el Instituto Italiano di Cultura, la Alliance Française, las Embajadas de Suiza y Francia, Pro Helvetia y el Espacio Callejón).
El texto, de la autora norteamericana, aunque residente en Francia, Leslie Kaplan subraya esta idea del contrapunto en tanto carece de cualesquiera indicaciones teatrales o apartes y tan sólo diferencia las ¿diferentes? voces mediante el cambio de tipografía. Esto supuso un verdadero desafío tanto para la directora como para las actrices, quienes en el proceso de ensayo y montaje descubrieron que su puesta se inclinaba naturalmente hacia el humor, logrando así que la obra ganara en muchos aspectos ya que carece de anécdota o, si se quiere, de conflicto a la manera tradicional.
No hay ni inicio ni nudo, ni siquiera desenlace. Hay, sencillamente, dos mujeres que dialogan, hablan, cantan, escuchan, se asustan, se exaltan, traen otras voces, refieren otros discursos, repiten eslóganes, reiteran conductas, satirizan a otras y muestran un florido mosaico de una femineidad nacida y forjada al amparo del consumismo y la paulatina cretinización de la mujer, como diría la polémica Esther Vilar. Se suceden, entonces, breves sketches ambientados en diferentes situaciones en donde estos intercambios de palabras tienen lugar. El texto juega mucho con las aliteraciones, las anáforas, las rimas internas, los juegos de palabras y la polifonía, en una deliberada voluntad de omitir, como decíamos, toda noción de estructura clásica y lineal. Así, estos encuentros de las dos mujeres podrían seguir in aeternum puesto que no hay resolución ni clímax. Para el espectador es como asistir –tal vez sea mejor decir espiar- a una charla entre mujeres, en apariencia trivial e intrascendente.
Pero no hay nada trivial ni intrascendente en los diferentes mensajes que circulan en la obra, que se podrían sintetizar (pero no agotar) en las siguientes preguntas: ¿qué es ser una mujer? ¿es cierto que los hombres están tan atemorizados ante la nueva mujer liberada? ¿puede un otro habitar mi propio cuerpo? ¿qué tanto me perturba la sexualidad propia y ajena? ¿qué tanto poder tiene la publicidad sobre el ser humano, especialmente sobre la mujer? ¿todo lo que una mujer puede ser es un ama de casa perfecta y nada más? y ¿cuánto nos atemoriza alcanzar nuestra propia libertad?
Vale destacar las aguerridas interpretaciones de ambas actrices y el adecuado diseño sonoro y musical de la obra, a cargo de Fabián Dellamónica. Con mínimos elementos, una silla y cuatro muebles que ofician de mesa, mesada o baranda, según la ocasión, el escenario se llena de esas voces que, lejos de parlotear, intentan asir alguna respuesta que les devuelva un sentido, un significado, una certeza de la que asirse en el perpetuo (y complejo) devenir de ser mujer.

Funciones: sábados, 21 hs.
Teatro Beckett
Guardia Vieja 3556 – Almagro, Capital Federal
Reservas: 4867-5185
Entradas: $25 est. y jub.: $20

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viernes, 19 de febrero de 2010

LA TELA DE LA TEMPORADA

18/02/10 - Teatro: 4 temporadas (Sedlinsky sobre textos de Schulz)



Cuando se piensa en la literatura polaca el primer nombre que se viene a la cabeza es el de Witold Gombrowicz. Sin embargo, las letras polacas del siglo XX tienen otro finísimo representante: Bruno Schulz (1892-1942). Escritor, pintor, muralista, dibujante, urdió un mundo literario poblado de fantásticos maniquíes y de un humor ácido y absurdo que la compañía 4 Temporadas en conjunto con Trabajo a Reglamento ha sabiamente rescatado en la obra “4 temporadas”, estrenada ayer en el Camarín de las Musas. Con dirección de Javier Swedzky y dramaturgia de Pedro Sedlinsky, presentan la historia de la Maison Katel, una gran tienda de telas regenteada por un padre que sufre una extraña mutación y tres hijos que no saben muy bien qué hacer ni con él, ni con el negocio ni con la vida en general. 
Los hijos, Adela, José y Segundo, representados por Flor Sartelli, Julián Rodríguez Rona y Leonardo Volpedo se disputan el amor tiránico de su padre y juegan distintos roles en el negocio familiar: Adela es la muchacha servicial para todo uso; José es el hermano mayor, el que supuestamente debería tomar todas las decisiones acerca de la marcha de la tienda pero siempre termina haciendo lo que le dice el padre, y Segundo es un soñador y revolucionario de pacotilla, financiado por su padre. 
Y las cosas en la Maison Katel no están funcionando bien. Llega la primavera y es el momento de lanzar una nueva tela de temporada, un modelo y un estampado que se vuelvan un furor: allí es donde arranca la obra, con los tres hermanos dándole al público la bienvenida a su primorosa tienda, mostrando rollos y rollos de maravillosas telas, seda natural, crepe plisé y la vedette de esa primavera, la seda fría con grandes estampados de flores. Pero la tela de la temporada es un fiasco y sólo logran vender un metro de muestra y a cada temporada la situación tambaleante de la tienda empeora mientras los personajes entran en un ciclo de locura, absurdo y extrañeza imparable. 
Si algo hay que destacar de esta excelente puesta y propuesta, además del humor ingenuo y ácido a la vez de la poética de Schulz, es la inquietante presencia tanto del padre (un títere espeluznante, como todos los títeres) así como de los tres mudos maniquíes, todos obra del artista plástico Nicolás Botte. El padre no llega a medir un metro y su voz es impostada por uno de los actores tan bien y de modo tal que siempre parece provenir del propio muñeco, lo que agrega aún más inquietud (y asombro) en el espectador. Con voz cascada, el padre-títere-próximamente pájaro no deja de gritar órdenes, pedir cosas, exigir que todo se arregle y manejar, como un verdadero titiritero, los destinos de sus hijos. Éstos, a su vez, se desquitan con los maniquíes. Cada vez que uno de ellos queda a solas en el escenario con un maniquí, los muñecos con forma humana se transforman en confidentes y en fuente de fantasías alocadas y liberadoras (como las de José, que siempre sueña con trabajar en las grandes ciudades del mundo). Así, mediante la interacción dramática con los maniquíes, los personajes logran volcar también sus miserias fuera, como cuando se ve el trato “especial” que Adela le dispensa a García Mata, uno de los fieles clientes de la Maison Katel. 
Y mientras las Cuatro Estaciones de Vivaldi jalonan convenientemente la obra, el público –y los propios Katel- asisten a la extraña transformación que sufre el padre, convirtiéndose en un extraño pájaro que apenas emite sonidos, pero que en el final recupera algo de su vigor para seguir mangoneando a sus hijos, en medio de la más pavorosa ruina económica y espiritual. 
En suma, una obra sencillamente imperdible, con momentos de comicidad hilarante y con la frágil belleza de las telas danzando y mostrando la multiplicidad de sus colores, la variopinta congregación de ilusiones que es también el ser humano. 

Funciones: jueves, a las 21:30hs 
El Camarín de las Musas: Mario Bravo 960 
Informes: 4862-0655 
Entrada: $35 y $20 para estudiantes y jubilados.

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lunes, 8 de febrero de 2010

MADRE E HIJA

06/02/10 - Teatro: Querida mamá o guiando la hiedra (Yusem sobre textos de Uhart)


Madre e hija. ¿Existe acaso un vínculo humano más tormentoso, amoroso y arraigado? Con una puesta minimalista, onírica, altamente poética y con un texto compuesto por fragmentos de cuentos de Hebe Uhart, la directora Laura Yusem se propuso investigar dicho vínculo en la obra “Querida mamá o guiando la hiedra”. La secundan en esta pequeña épica de lo cotidiano las actrices Martha Rodríguez (la madre) y Julieta Alfonso (la hija). Vale la pena hacer notar algunas coincidencias: según relata la propia Yusem, su primera puesta en escena fue también sobre textos de Uhart (“Un pájaro gris, medio gordo, de pico corto”, 1970). A su vez, formaba parte de aquel elenco Martha Rodríguez, quien sobresale de manera excepcional en “Querida mamá”, sin desmerecer en absoluto el precioso trabajo de Julieta Alfonso.
Los cuentos en los que Yusem basó la obra son “Querida mamá”, carta de una hija a su madre muerta, y “Obviando la hiedra”, los pensamientos de esa misma madre, pensamientos que relatan una vida que la hija no podría llegar a sospechar siquiera. La puesta teatral, en el Patio de Actores, refuerza este paralelismo, tanto en lo textual como en lo escénico: los personajes nunca dialogan entre sí sino que hablan —monologan— por turnos. Sólo durante un breve momento sus voces se superponen, se persiguen, se ensañan una con la otra pero no llegan nunca al diálogo, acaso la metáfora más acertada (y dolorosa) para el vínculo que la obra explora sin apelar al realismo prosaico sino a la ensoñación poética. Al mismo tiempo, los personajes no se tocan, ni se miran, ni entran en contacto (con excepción del final) duplicando el mismo paralelismo textual citado.
Pero, como buena madre e hija que son, repiten gestos, costumbres, palabras, momentos. Repiten lo que otras antes que ellas también repitieron. Reiteran un pasado que las agobia y que la madre lega a la hija sin que ésta pueda ya seguir sosteniendo recuerdos, chucherías, muebles e idiosincracias que no le pertenecen. Y así se reproducen, de manera desarticulada, fragmentos de peleas, discusiones, enternecimientos y obsesiones, pero el diálogo, el acercamiento real nunca se concreta. Y como un espejo la hija hace lo que hacía su madre y su madre hace lo que su propia madre hacía, en un impactante juego de repeticiones.
Madre e hija. Duplicados, repeticiones. Ellos son también uno de los leit-motifs de la obra. La carta que la hija intenta escribir ha sido escrita tres veces: una vez fue perdida, otra no salió como ella quería y la tercera es la que intenta redactar ahora. Ahora, que hace dos cosas a la vez, como su madre: “mientras barro escucho la radio”. Pero el pesar asciende a medida que la obra avanza y la situación de esa madre ausente —pero tan presente— sugiere diversas hipótesis en el espectador, surgidas todas de los diferentes hilvanes que allí se traman: ¿se exilió acaso por la situación política del país? (la hija le cuenta que los militares ya no están en el gobierno); ¿fue internada en un psiquiátrico? (entre las cosas que la hija rememora está el día en que dijo que no le era posible internarla, porque tenía otras cosas que hacer); ¿se suicidó o bien está muerta y la hija aún está intentando tramitar ese terrible sufrimiento?
La musicalización de la obra (a cargo de Cecilia Candia) refuerza de manera hermosa e inquietante esta idea general de la fragmentación sobre la que gira la puesta: como hilachas o hilos sueltos (“¡de acá no te vas hasta que te salga la pollera evasé!”) los sutiles —también tétricos en algunos pasajes— juegos musicales realzan aún más una obra que, sin duda, tiene todo lo necesario para atraer a un público deseoso de experimentar emociones fuertes sutilmente entramadas, sin estridencias innecesarias.

Patio de Actores 
Lerma 568
Tel: 4772 – 9732
Funciones: Sábados 21hs
Localidades: $ 40.

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