23/08/09 - Teatro: Las González (Sacoccia)
En este domingo soleado y ya primaveral se realizó la función de prensa de “Las González”, obra de Hugo Sacoccia, con dirección de Néstor Romero y las actuaciones (verdaderamente estelares) de Catalina Speroni (Blanca), Ana María Castel (Porota), Cecilia Cenci (Rita) y Ángela Ragno (Genoveva). Como el mismo autor de la obra señala, se trata de un “homenaje a la mujer de todos los tiempos, esa que los pueblos de todas las razas acallaron por temor a su poder natural”. Pero no es sólo eso sino también una declaración, una carta abierta, un manifiesto teatral y poético a favor del deseo.
El deseo (no sólo sexual sino el deseo entendido en su máxima expresión), ese cuco que gobiernos, preceptos y religiones quieren hundir, esconder, acallar y maniatar. El deseo, el motor que mueve a los seres humanos, el que les permite levantarse de la cama cada mañana y enfrentar lo que sea. El deseo, ese peligroso animal que anida en los corazones y que se multiplica y ofrenda sus primicias con todo candor cuando es una mujer la que lo esgrime. Cuán escandaloso no será, entonces, para las mentes bienpensantes, cuando se trata del deseo de una mujer mayor. Una mujer que ya debería estar “retirada” por no poder ser ya más el recipiente de la creación y su guía. Una mujer que ya debería estar recluida en la oscuridad de sus aposentos, dedicada a labores fútiles hasta que la mano piadosa de la muerte se la lleve.
Pero no. No será así para la mayor de las González, cuatro hermanas que residen en algún perdido y típico pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires, uno de esos pueblos donde todos se conocen y donde todos se espían y se envidian mutuamente, un pueblo salido de las páginas de una novela de Manuel Puig. Donde se tejen y destejen soterradas pasiones y donde no está bien visto que una mujer mayor tenga deseos y los cumpla. El comportamiento franco y abierto, libre de prejuicios de Genoveva, la mayor de las González, sumerge a las otras tres en un torbellino de cambios que apenas pueden procesar.
Las dos hermanas del medio (Blanca y Porota) se resisten a todo cimbronazo de su status quo y pretenden ponerle fin a la conducta “descocada” y “libertina” de Genoveva. Conducta que pone en peligro no sólo sus cimientos morales y sus nociones acerca de lo que una mujer debe ser, sino también su futuro económico, algo que las preocupa quizá mucho más que lo anterior. Ciegas a su propio deseo sólo pueden atacar el problema pensando que Genoveva ha enloquecido o que tiene una seria enfermedad.
Será Rita, la menor de las González, la que primero comprenda y realice el cambio de actitud necesario para poder ella misma comenzar una nueva vida a la par de la que ya lleva su hermana mayor. Es de destacar el excelente trabajo actoral de Cecilia Cenci, quien logra darle el toque de candor, dulzura e inexperiencia ajustados a un personaje que se desliza por una fina línea, entre la eterna niña y la mujer que todavía no puede ser, pero que gracias a la luz que emana de su hermana mayor logra dar los primeros pasos hacia su propio deseo.
Con diálogos desopilantes, situaciones de alto vuelo humorístico y actuaciones deslumbrantes (en especial, la de Catalina Speroni) se va desenvolviendo una trama bien llevada, deliciosa y amena por igual. El estoicismo aprendido, la servilidad frente al hombre, los deseos ocultos y reprimidos, el chismorreo descontrolado, la pacatería, la resignación, el olvido, los amores frustrados y la vida vegetal que llevaban esas tres mujeres sometidas a la ausente (pero igualmente presente) figura de un padre rector, se van derritiendo al calor de las nuevas experiencias de Genoveva, producto todas de su “entrenamiento de la actitud” y de su hermosa búsqueda en pos de lo único que vale la pena buscar en este y en todos los mundos posibles: la ternura.
Funciones: domingos a las 19 hs
Teatro del Pueblo: Roque Sáenz Peña 943
Informes: 4326-3606
Entrada: $30
Links de interés:
No hay comentarios:
Publicar un comentario